martes, 21 de junio de 2022

Petro y el Trabajo


Petro y el trabajo


Soñemos que es posible cambiar. Hagamos posible esos cambios para que las próximas realidades sean mejores que las nuestras. Demos paso al Cambio de época que exige con urgencia la Colombia del futuro.


Mauricio Rodríguez Amaya


Quiero empezar esta reflexión, recordando una sugestiva tesis de
Eric Hobsbawm traída a la actualidad por Boaventura de Sousa Santos en su libro sobre el final del milenio. Hobsbawn ha Dicho que lo siglos no empiezan el primero de enero del primer año de una nueva centuria, sino cuando se imprime una marca en el mundo, un signo distintivo de la época precedente, una huella de define rumbos alternos del tiempo vivido, un nuevo devenir.

Y quizás pueda parecer exagerada esta afirmación, pero el nuevo siglo llega para Colombia a partir del 19 de junio de 2022. El triunfo electoral de Petro, representa un cambio de época y eso es innegable. Es el primer gobierno popular en toda la historia republicana, salvo el breve intersticio de la Revolución de Melo y el movimiento plebeyo de los artesanos a mediados del Siglo XIX; es el primer gobierno progresista de Colombia, porque durante las olas progresistas de América Latina, que alentaron cambios a mediados del siglo XX o a parir de la crisis sistémica de 1999, Colombia se mantuvo anclado a las derechas, a la violencia y al atraso. Es el primer gobierno con un programa de izquierda moderna, que combina la necesidad de hacer eficiente el estado, asegurar reglas claras para el mercado, empoderar la comunidad y promover los derechos de la naturaleza. Es el primer gobierno que ofrece moverse entre las reivindicaciones de la igualdad, y las reivindicaciones de la redistribución, empezando por asegurar el acceso a los derechos de los más desposeídos, los desarraigados, los alimentados por el hambre y el miedo durante años y años de promesas incumplidas y subsidios miserables.

Cuáles son esas señales del cambio epocal en materia de derechos del trabajo?. Hacia dónde se deben movilizar los esfuerzos y los corazones para materializar las promesas del trabajo digno, el empleo decente y el emprendimiento con derechos?. Me permito proponer algunas ideas:


1. El Estatuto del Trabajo como iniciativa ciudadana: La constitución Política de Colombia permite que los ciudadanos y las ciudadanas impulsen iniciativas legislativas. Si queremos que el Estatuto del Trabajo se convierta en una herramienta de largo plazo, debe ser pensado y construido desde abajo, a través de una gran consulta popular que involucre a todos los sectores, territorios y grupos poblacionales. El Estatuto debe asegurar tres grandes principios: 1. Devolverle a 9 millones los derechos a la estabilidad y la permanencia que durante el neoliberalismo fueron conculcados. 2. Limitar y sancionar la tercerización, fórmula eficaz para eliminar derechos y destruir el tejido organizacional de los obreros. 3. Restablecer la jornada laboral de 8 horas máximo, limitar la jornada máxima semanal a 40 horas, devolverle el valor a dominicales, festivos y horas extras.




2. Sindicalismo para un Cambio de época: El sindicalismo colombiano ha sido reducido a su mínima expresión, como producto de las reformas neoliberales, la violencia contra sindicalistas y por la fragmentación, el ostracismo y la burocratización de muchas de sus direcciones. Su poca capacidad de respuesta a los ajustes neoliberales no le permitió responder adecuadamente a la ola destructiva de los derechos laborales, no supo asumir la defensa de la perspectiva colectiva de los derechos y le dejó el camino abierto a la individualización. Es el momento del cambio de mentalidad y de perspectiva, será un sindicalismo con capacidad de poder, capaz de defender en las calles sus agendas, recuperar la credibilidad para aumentar la afiliación y, con mentalidad autocrítica, ser capaz de liderar la agenda de cambios desde las iniciativas populares y sus aliados en el congreso. El sindicalismo debe aspirar al menos a triplicar sus afiliados, para alcanzar si quiera las cifras pico de sindicalización que ha tenido Colombia en otras épocas; ello implicaría pasar de 800 mil a 3 millones de sindicalistas.

 
3. Proteger el Trabajo Rural: Uno de los grandes retos propios del cambio de época, será cerrar definitivamente las heridas de la guerra, de la expropiación latifundista y la violencia contra el campesinado. Eso solo será posible cumpliendo el Acuerdo de Paz y devolviéndole al campesinado la tierra, la capacidad productiva y sus derechos al trabajo, la seguridad social y a la paz. Aquí la clave será establecer un marco regulatorio para la protección y promoción de la economía familiar, la productividad comunal y el cooperativismo. La agroindustria por su parte debe garantizar que sus obreros sean tratados como tales y no como esclavos del feudalismo moderno.


 4. Promover el emprendimiento comunitario: La Comunidad sucumbió al mercado y fue desprotegida por el Estado. Así que se hace necesario redistribuir las cargas y las responsabilidades entre Estado, mercado y comunidad. Una clave para asegurar esa redistribución pasa por generar procesos productivos comunitarios, devolverle a la gente la posibilidad de gestionar las obras públicas, los caminos veredales los acueductos comunitarios, la protección colectiva de la naturaleza, la recuperación de la productividad local. El emprendedurismo ha sido el discurso para legitimar la precariedad laboral, pero también hay una dimensión positiva del concepto y es precisamente aquel en que dicho emprendimiento no está ligado al obrero explotado en condición de creerse su "propio jefe", sino en el cual el proyecto le pertenece a la comunidad. Regiones enteras podrían recuperar sus potencialidades de capital social colectivo, redirigiendo recursos para promover Alianzas Público-Populares, emprendimientos del barrio, empresas de la cuadra.



5. Pasar de la Economía Corporativa a la economía Cooperativa. El neoliberalismo endiosó los bancos y satanizó las economías sociales y cooperativas. Incluso instrumentalizó las formas cooperativas de producir, para asegurar los recursos del capital corporativo nacional y trasnacional. Pero si hubo un sector que demostró su capacidad de sobrevivir a la pandemia sin apoyo del Estado, fue precisamente la economía social y solidaria. Ahí tenemos un potencial transformador enorme, que no solo genera bienes, sino sobre todo, una cultura basada en la solidaridad, el colaboracionismo, la cooperación. Este enfoque ha salvado pueblos enteros de la América Nuestra mil veces devastada por el capital y reconstruida por los corazones entrelazados en la cooperación comunitaria.

 

Un cambio de época no es el producto del cambio de gobierno; es cuando la gente de a pie, las instituciones y las comunidades, cambian sus paradigmas, sus deseos, e incluso sus formas de desear. Soñemos que es posible cambiar. Hagamos posible esos cambios para que las próximas realidades sean mejores que las nuestras. Demos paso al Cambio de época que exige con urgencia la Colombia del futuro.