lunes, 26 de septiembre de 2016

María Paula, el 26 es para no olvidar

María Paula, el 26 es para no olvidar

Mauricio Rodríguez Amaya
www.bajolamole.blogspot.com


¡Tú flotas sobre todo, 
Hija del alma!
José Martí

Fue un 26 de septiembre cuando se firmó la paz, lejos de tu colegio; mientras tu trabajabas en tu proyecto de inventiva, en Cartagena se sellaban los acuerdos que daban fin a más de 50 años de guerra, entre el Estado colombiano y la Guerrilla de las FARC. Tu habías nacido en un país en guerra, yo había nacido en el mismo país, en la misma guerra, no sabíamos lo que era estar en paz. La violencia lo permeaba todo, todo dolía, todo nos costaba el doble. Había mucho dolor y resentimiento en nuestro país; mucha gente aún no comprendía la importancia de la paz, porque sencillamente nunca la habían visto tan de cerca y otros, más poquitos, porque la guerra les había llenado los bolcillos y vaciado sus corazones.

El sol de Cartagena es de esos soles que no descansa, siempre pica, y ese día 26 era más fuerte aún, más candente, más feliz. Todo brillaba en Cartagena, casi todo el mundo vestía de blanco y las sonrisas eran más lúcidas, en los rostros podía leerse la esperanza, en las tiendas  no se hablaba de otra cosa; la paz había copado todo el aire, toda la tierra, todo el cielo azul.
Ese día vinieron presidentes de muchos países, gente importante, líderes sociales y banqueros, estudiantes y profesores, ministros de Economía y trabajadores sindicalizados, mujeres y hombres; niños, muchos niños cartageneros, que cantarían por la paz, y nos recordarían el derecho que tenían a un mejor futuro. Luego llegaron los discursos; habló el Presidente, hablaron los jefes de la Guerrilla; ambos sellaron el pacto de parar la guerra, ambos conversaron sobre el derecho a vivir sin matarnos, sin tener que ver a las madres y a los padres enterrando a sus hijos, sin secuestros, sin la compaña sempiterna de la muerte.

Luego vinieron las firmas y con ellas, miles de lágrimas, miles de sonrisas, millones de abrazos. Ese día, María Paula, sólo quería verte  a tí, ver en tus ojitos todos los días de mis luchas, verte a los ojos, decirte cono honor que lo habíamos logrado, que llegaría la paz, que ni un día más permitiríamos que vivieras en medio de la guerra. Ese día María Paula, quería abrazarte fuerte, por minutos, por horas, por siempre, para que nunca más olvidaras el abrazo de este sol maravilloso que nos trajo la paz. Ese 26 de septiembre, mientras trabajabas en tu proyecto de inventiva, yo en silencio, con mis lágrimas en los ojos, soñaba con llevarte de la mano, con decirte que tantos años habían valido la pena y que de ahora en adelante, la paz se quedaría con nosotros, hasta hacernos viejitos y contarnos estas historias y darnos otros miles de millones de besos y de abrazos.

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