miércoles, 20 de marzo de 2013

RCN: no más "los tres caines"






Señor
Diego Molano Vega
Ministro de Tecnologías de la Comunicación y las Telecomunicaciones

Señor
Ramón Guillermo Angarita Link
Director
Autoridad Nacional de Televisión
Ciudad

Señor
Pablo Felipe Robledo del Castillo
Superintendente de Industria y Comercio

Referencia: Proceso de Queja contra RCN Televisión y solicitud de investigación administrativa

Cordial Saludo;

La Sociedad Anónima denominada Radio Cadena Nacional de Televisión de Colombia más conocida por sus siglas de RCN Televisión, NIT. 830029703, está transmitiendo la  serie denominada “los tres caínes”, donde se pretende narrar de forma novelística la historia de la familia Castaño Gil, Carlos, Fidel y Vicente; estos personajes, los de la vida real, lo de la dolorosa historia sangrienta de Colombia, fueron reconocidos terratenientes de la costa atlántica y Antioquia y promotores del paramilitarismo desde sus albores, de esto dan fe, innumerables testimonios de ellos mismos y de cientos de sus socios y secuaces, particularmente la biografía de Carlos Castaño, cuyo nombre es “mi confesión”, escrita por el periodista Mauricio Aranguren Molina. También dan fe de ello innumerables procesos judiciales, sentencias de la Corte Suprema de Justicia y la voz de millones de víctimas que a lo largo del territorio nacional aún lloran a sus muertos o a sus desaparecidos.

El canal RCN, ha decidido producir una serie televisiva, para contar a su estilo y acorde a la versión del Señor Gustavo Bolívar la “vida y Obra de los Castaño”. En esencia este no es el problema medular, pues podría decirse aspirando a cierto grado de ingenuidad, que la televisión podría jugar un papel educador ante la sociedad, movilizador de valores democráticos y promotor de la memoria colectiva; pero este no es el caso de RCN ni mucho menos de la serie “los tres caines”. Esta serie pretende buscar en el melodrama las causas de la decisión que llevaron a esta familia a la delincuencia organizada, al asesinato como forma de imponer el poder y al narcotráfico como fuente primigenia de financiación de sus negocios (incluyendo los de adquisición de tierras). Incluso, en uno de los slogan publicitarios de la novela, se supone que Carlos Castaño convirtió en su causa el aniquilamiento de la izquierda, “no por venganza, sino porque halló injusticia”,  injusticia que Gustavo Bolívar argumenta en el hecho de que las protestas urbanas, las luchas estudiantiles y los movimientos políticos izquierdistas, están infiltrados por las organizaciones guerrilleras. El canal RCN, Gustavo Bolívar y los demás responsables de este señalamiento, terminan justificando la causa del asesinato selectivo de por lo menos 3000 líderes de la izquierda colombiana, que claramente no eran guerrilleros, pues murieron inermes en alguna calle, en una tienda, aeropuerto o dentro de su propia casa. No eran guerrilleros los niños asesinados en el Salado, las mujeres y hombres mutilados en Trujillo; no lo eran los muertos de las cientos de masacres en Córdoba, Urabá, Antioquia, La Costa Atlántica o el Meta, donde Carlos Castaño dirigió personalmente sus operaciones.

No puede la televisión atentar contra la verdad y contra la dignidad humana de miles de asesinados y desaparecidos ni contra los legítimos derechos de las víctimas. No puede el Estado colombiano permitir que se eternice el vejamen, la persecución y la estigmatización de todos quienes no podemos, por plenas convicciones éticas y políticas, compartir el modelo de estado y de economía salvaje que gobierna y dirige actualmente a la sociedad colombiana. Este país que ha llorado cada hora a un hijo suyo asesinado por el paramilitarismo, no puede darse el gusto de ver cada noche la justificación de estos crímenes, la elevación de los asesinos en héroes, la exculpación impune de los responsables directos de la masacre nacional vivida durante los últimos veinte años.

Nuestra Constitución Nacional establece  en su artículo 58, que la propiedad es una función social que implica obligaciones.  La Sociedad Anónima RCN Televisión tiene todo el derecho a la explotación comercial del servicio público de televisión, pero lo que no puede olvidar es que aún esta empresa, emblemática de las familias más poderosas de la sociedad colombiana, tras  años y  años de acumulación privada, debe responder por sus obligaciones sociales, por su compromiso con la verdad, la justicia, la reparación y la búsqueda de la paz, anhelos superiores no solo de los sectores estigmatizados como “guerrilleros” por pertenecer a la izquierda colombiana, sino del mismo Presidente de la República, Dr. Juan Manuel Santos, quien ha convertido la búsqueda de la paz en su reto  personal, institucional y político más importante. Es obligación del Canal RCN respetar la dignidad humana, la de los asesinados, la de sus víctimas y las de quienes hemos padecido la persecución paramilitar en algún momento de nuestra actividad política. Es obligación de esta empresa cumplir con los fines del Estado y los derechos fundamentales de los ciudadanos. Es un derecho de las víctimas la verdad; ante esa verdad, le compete a RCN retractarse de manera inmediata por todas las vergonzosas mentiras justificatorias de la actividad delincuencia de la familia Castaño; le corresponde suspender de manera inmediata la transmisión de esta serie que indigna a la nación y promueve la venganza y el hampa como formas de vida, contrariando el espíritu constitucional colombiano, que por el contrario busca que cada uno y cada una podamos vivir en paz, en dignidad y en un orden justo.

Debe recordarse que la televisión constituye un servicio público y que dichos servicios son inherentes a la finalidad del Estado social de derecho, al cual corresponde asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional y ejercer las actividades de regulación, control y vigilancia; Que de acuerdo con el artículo 366 de la Constitución Política el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado; Que el artículo 333 de la Constitución Política establece que la actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien común, y que la empresa tiene una función social que implica obligaciones;  Estos preceptos exigen de los órganos del Estado, de orientación de políticas y los de inspección y vigilancia, atender de manera pronta y eficiente la protección del marco constitucional y evitar los abusos que puedan presentarse en el ejercicio de la libre empresa en Colombia. Debe el Estado colombiano, iniciar un proceso de investigación para determinar la responsabilidad de la Sociedad Anónima RCN Televisión con respecto a la malversación de la verdad, del irrespeto a los derechos fundamentales de todas los colombianos víctimas del paramilitarismo, a su intención de justificar la actividad delictiva de reconocidos líderes de organizaciones terroristas, a su pretensión de promover la conducta de quienes perpetraron el genocidio político contra la Unión Patriótica, lo que en nuestro ordenamiento penal se reconoce como Apología al genocidio (art. 102 Código Penal).

En defensa de la verdad, de la dignidad humana y del derecho a la convivencia pacífica, es necesario que el Estado colombiano exija a la Sociedad RCN televisión suspender de forma inmediata la transmisión de esta apologética historia del hampa, del genocidio, de la corrupción, del terrorismo y del narcotráfico; debe el Estado colombiano exigir a la Sociedad RCN ofrecer disculpas públicas, utilizando los medios fidedignos para ello, a todos los colombianos y colombianas que nos negamos a ver a los asesinos de nuestros familiares y compañeros, como héroes exculpados de toda su felonía y maldad.  Exijo al Estado colombiano en mi condición de ciudadano que inicie las investigaciones administrativas, penales o de otra índole contra los productores, gerentes y propietarios de la Sociedad RCN Televisión para establecer sus eventuales responsabilidades por la circulación de esta serie que claramente es justificatoria de los miles de asesinatos ordenados o adelantados por los Castaño, que es promotora del hampa y del narcoterrorismo como formas de vida, y que es contraria a los fines del Estado Colombiano de la paz, la convivencia y la justicia social.

Mi hermano Oscar Orlando Rodríguez Amaya, fue asesinado el 13 de noviembre de 2008, por orden de los Paramilitares; Oscar no era un guerrillero, era un artista convencido que la música sí puede cambiar al mundo; fue asesinado porque hacía parte de las listas horrendas de civiles que Carlos Castaño convirtió en guerrilleros de un plumazo; murió en una calle de Cúcuta sin más armas que las canciones de rap que llevaba en su cabeza. Por su memoria, por la dignidad que merece mi familia, particularmente mi madre y mi padre, quienes aún lloran por su hijo asesinado, solicito muy respetuosamente que el Estado Colombiano evite más dolor, más odio, más mentiras y exija la cancelación inmediata de las transmisiones de la novela “los Tres caínes”.

Atentamente;


Alvaro Mauricio Rodríguez Amaya
C.C. 88.224.552 de Cúcuta
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