viernes, 14 de noviembre de 2008

Colombia: la guerra de los 21.840 días

Colombia: la guerra de los 21.840 días

 miércoles 9 de abril de 2008

Por Mauricio Rodríguez Amaya

Si el siglo XIX se cerró con la sanguinaria Guerra de los Mil Días que costó la vida de más de 100 mil compatriotas, el Siglo XX no logró resolver la guerra que se inició el 9 de abril de 1948; al parecer, tampoco la primera década del siglo XXI encontrará el camino de la paz

Doce guerras civiles marcaron nuestro pasado durante el siglo XIX, y en todas, liberales y conservadores cosecharon con sangre indígena y mestiza el atraso fecundo y arraigaron la ira en nuestras almas. Desde que Obando y López se levantaron contra Bolívar, hasta el ascenso de Marroquín, el derrocamiento de Sanclemente, y el vergonzante regalo de Panamá a los estadounidenses, se pueden contar 80 años de guerras, largas y cortas, pero todas sanguinarias y dolorosas; 80 años de confrontaciones entre terratenientes, clérigos, nuevos ricos, artesanos y militares, dispuestos a reclamar con la sangre del pueblo sus prebendas económicas y políticas. Un siglo de muerte y pobreza.

Pero el triste y oscuro siglo XX, no contó con la suerte de vivir otra historia. Masacres y torturas, aldeas quemadas y niños decapitados, fetos extrañados de sus madres y abuelos muertos de agonía o balazos, hacen parte de la cotidianidad de un siglo que anduvo los gélidos senderos de la anterior centuria. Y en medio de esta historia; llegó un 9 de abril la muerte de Gaitán, el caudillo liberal que prometía a los ojos de enormes mayorías cambios de fondo a favor de los pobres. Su muerte estremeció al "mundo político", pero los muertos se contaron "en el mundo social", es decir, entre quienes se disputaban los votos o los tiros en las llanuras, los valles o las cordilleras colombianas.

Varios autores han identificado este trágico episodio con el inicio de "La Violencia", y desde entonces, no hay un solo día de nuestra historia en la que no se cuente una vida menos a costa del conflicto. Durante estos 21840 días de guerra, la democracia ha sido mutilada sin pausa ni cansancio; La Unión Nacional de Oposición - UNO, fue exterminada en los 70 y en los ochenta y noventa se fraguó y cometió el genocidio contra la Unión Patriótica; en 1970, Misael Pastrana le ganó las elecciones a Rojas Pinilla, gracias a un corte de luz, que trajo consigo desde las tinieblas más de 60000 votos, suficientes para fraguar el fraude. En 1989, tres precandidatos a la presidencia fueron asesinados para garantizar el triunfo del "futuro". Hoy, el Presidente más patriota de Colombia, gana elecciones y reelecciones con la ayuda tácita de amigos que reciben ayuda directa y efectiva de los paramilitares.

Con La Violencia se justificaron Los Pájaros, Los Chulavitas, el MAS, las ACCU, las AUC y las Águilas Negras, todos ellos, con el apoyo directo de militares y políticos, terratenientes y empresarios; Los paramilitares han tenido como tarea perseguir campesinos, desterrar colombianos y abultar los latifundios de los ya gordos predios de los mismos ricos. Las cifras de esta táctica son incalculables y la memoria gime ante el cínico silencio de las cúpulas.

Somos hijos de un país en guerra, pero estoy seguro que nuestros hijos no merecen vivir la misma historia. La paz es la consigna y la acción más importante de quienes nacimos en esta desangrada patria. La paz es nuestro horizonte de lucha y nuestro fin más preciado. La guerra solo sirve a quienes en su nombre se enriquecen, se benefician y gobiernan. La paz es la tarea de las mayorías, contra el embrujo guerrerista de un grupo de familias, empresas y individuos. Las futuras generaciones colombianas, no merecen seguir el trágico destino ya vivido, pero solo de nosotros depende que la lucha por la paz se haga efectiva.

Este nuevo abril, debe servir para afianzar las fuerzas de la búsqueda de la paz negociada, de la salida política al conflicto. De renunciar al silencio para empuñar las banderas de la vida, para derrotar la muerte, en un país copioso en fosas olvidadas y árido en comida.



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jueves, 13 de noviembre de 2008

nuestro Magno Guillermo


Nuestro Magno Guillermo

"No perdono a la muerte enamorada

No perdono a la vida desatenta

No perdono a la tierra ni a la nada"

Miguel Hernández

Se fué Guillermo

desde la mañana

en un abril de grises madrugadas

se perdió entre la bruma

y la metralla

salió Guillermo

y lo robó el olvido

La muerte atónica

encogió los hombros

se estremeció al saber

que era Guillermo

no lo esperaba

nadie lo esperaba

pues a Guillermo

lo mató la nada


Las calles

se llenaron de carteles

tropas de gentes

exclamaron su nombre

Guillermo fue a las marchas

hechas miles

hecho miles

de voces en silencio

Guillermo ya no viene

lo raparon las hordas asesinas

de verde olvido

vestidas verde muerte

negro de tristeza

negro olvido

murió la carne

y vive su entereza

Guillermo vino ayer

para quedarse

cerquita de su casa

la vida se acabó

lejos del vientre

del calor / del amor

de la paz vertida

en su morada

A dónde irá Guillermo?

nadie sabe

y no podrán cogerlo

amordazarlo

ni golpear su cerviz

ni sus rodillas

será libre

como lo fue siempre

Combatirá el silencio

Y melancólico

no dejará de llorar

por lo dejado

abrazará los vientos

y en los mares

ahogará el olvido

y sus cenizas

volarán de la tierra

a las memorias

y en la conciencia viva

de este pueblo

se quedará Guillermo

atrincherado

Almaro