miércoles, 6 de febrero de 2019

Gracias, Camarada Alvaro


Gracias, Camarada Alvaro

“El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, y no naturaleza”.
Antonio Gramsci, 1916.

Mauricio Rodríguez Amaya
  
Fuente: Semanario Voz



Todavía recuerdo la mañana en que Alvaro Vásquez Del Real me obsequió esa antología de Antonio Gramsci, editada a principios de los años 70 por Manuel Sacristán para Siglo XXI; el libro traía más de la mitad de las hojas sueltas, pero yo me di a la tarea de mantenerlas juntas hasta donde fue posible contener la libertad de los facsímiles (muy paradójico para una obra que se escribió en gran parte en la cárcel). Fue en la sede de la 32 –cuya nomenclatura ya cambió, porque nuestro norte queda más al sur- cuando fui dirigente de la Juventud Comunista y Alvaro era ese hombre mamagallista y sarcástico que hablaba poco, pero cuya contundencia era sencillamente incomparable. Fue por esos días de las escuelas de secundaria en donde nos dimos a la tarea de llevar a las nuevas generaciones las voces célebres y necesarias de Nicolás Buenaventura, Medófilo Medina,  y Arturo Alape, entre otros intelectuales que bien podrían contarse en la lista prolija de los imprescindibles.  Dar tribuna a las voces de algunos que se fueron del Partido con la tregua del 91 era un acto más o menos temerario; pero Alvaro nunca me recriminó ese hecho, sino que, por el contrario, me buscó en la oficinita que teníamos al fondo de la casa antigua de la 32 para regalarme ese libro descocido y otros varios que recuerdo con menos precisión. “Tome para que vea qué le sirve de eso”, fueron casi las palabras exactas con que Alvaro puso sobre la mesa varios ejemplares de la Editorial progreso y de otras menos conocidas, algunos trabajos propios del CEIS, muy muy antiguos, cuando publicaba textos de pedagogía y educación popular, y la inolvidable antología de Antonio Gramsci.

Toda la vida agradeceré a Alvaro Vásquez por esa concesión reveladora; pero también le agradeceré las palabras que casi a diario nos cruzábamos en la sede, o caminando hacia el sindicato de los petroleros, o en las Escuelas revolucionarias de la JUCO. Nunca olvidaré las intervenciones de Alvaro en la célula petrolera que más bien terminaban convertidas en conferencias magistrales de un marxista impecable, de un mamagallista nato y de un comunista sin adenda alguna.
 
Fuente: google.com


Alvaro hablaba poco de su vida, así que cuando le propuse entrevistarlo para el homenaje que organizamos a Jesús Villegas, quien había muerto poco tiempo antes del acto inaugural del X Congreso de la JUCO, me dijo casi sin pensarlo, “entreviste a Gilberto que él sí sirve para eso”. Y así lo hice; Gilberto Vieira había caminado toda la historia del Partido, muchos de esos pasos al lado de Jesús Villegas y de Alvaro Vásquez y de otros muchos y otras muchas que no conocí y que aún no han sido redescubiertos para las próximas generaciones. Pero Alvaro se negó a conversar conmigo sobre su historia para que fuera incluida en ese material del Power Point del que no logré conservar copia alguna. Sin embargo, en otras ocasiones conversamos sobre la cárcel, sobre el partido clandestino, sobre las masacres en tiempos de la UNO, sobre la violencia incontenible contra la UP, sobre lo estratégico que resultaba aprender y contribuir en la causa de los petroleros y sobre su gusto casi pastoral por inducirme a abandonar el sectarismo que envejece cualquier doctrina revolucionaria.

 
Fuente: Semanario Voz

En efecto, Alvaro había recuperado el espíritu Comunero desde el Tolima al servicio de la clase obrera, había sufrido la cárcel en la época en que el Partido Comunista fue declarado ilegal y la clandestinizacion era la opción de aquellos comunistas para preservar su lucha. Había aprendido sus propias lecciones en la acción parlamentaria, en lo que llamó la democracia marginal; había desatado su pluma desde joven y se había convertido en educador del Partido; caminó la reconstrucción del movimiento obrero y formó una generación de dirigentes sindicales que se dieron a la tarea de construir la CUT; Alvaro fue Secretario General del Partido, y desde esa difícil posición a la que supo renunciar a tiempo, impulsó a manos llenas las tareas de la paz, la lucha contra la violencia sociopolítica institucionalizada y la necesidad de ampliar la lucha de masas en todos los niveles de la sociedad. Álvaro fue siempre un educador, un organizador obrero, un intelectual orgánico, y sigue siendo un político brillante y un mamagallista nato.

Alvaro lo repetía en cada charla, en cada conferencia, en cada conversación coloquial acompañados de Julito, su compañero eterno, camino a la USO: “la respuesta  a la dictadura, son las masas, el partido clandestino tiene la tarea de luchar por su legalidad, y su legalidad es poder estar al seno de las masas; en las épocas de alta violencia sociopolítica, el mejor protector del partido revolucionario son las masas, estar no solo en medio, sino en el corazón de las masas, y cuando el partido se aburguesa o se burocratiza, el mejor catalizador de sus errores son las masas; “sin masas no hay partido, el partido no nació para la clandestinidad ni la burocracia, sino para disputarle abiertamente el espacio político a la burguesía en el corazón de la lucha de masas”, esta no es simplemente una tarea, es el deber ser de cualquier revolucionario comunista.

 
Fuente: Google.com

Hoy quiero recordar las impresionantes lecciones de política que recibí casi a diario de Alvaro Vásquez del Real en ese hermoso periodo de mi vida militante; recordar sobre todo lo vigente y vigoroso que resulta su pensamiento, su mirada precisa sobre la táctica y su capacidad de pensar estratégicamente nuestros proyectos emancipatorios. Y sobre todo, nunca le agradecí como hoy ese gesto simple y afectuoso de regalarme ese libro revelador de Antonio Gramsci. Hace rato no converso con el viejo, y eso, en sus términos, cabalmente puede expresarse así:  “qué calamidad ala”.


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