sábado, 22 de mayo de 2010

Nunca votaría por Pertro

Nunca votaría por PETRO

Vivan Santos, Mockys, Nohemí y hasta Vargas.

 

Mauricio Rodríguez Amaya

www.bajolamole.blogspot.com

 

Ya es hora de decir la verdad. ¿A quien se le ocurre que un exguerrillero, pueda dirigir esta patria plagada de medallas militares, de honores a los héroes y tan amigo de la mejor tropa militar del mundo, la gringa?. Nuestro excelentísimo exministro de Defensa, para organizar su auto-defensa mediática, condecoró a cientos de militares por haber asesinado a más de dos mil subversivos (presentes o presuntos) por todo el país. Algunos le llamaron a la hazaña FALSOS POSITIVOS, pero el verdadero nombre de este magnánimo acto de combate contra el enemigo (el que sea) es SEGURIDAD DEMOCRÁTICA, la que le debemos al padre de la patria, al dueño de la finca, al capaz del Hato, al patrón de Nari-ño, el prohombre, jamás igualado y nunca bien ponderado (en las encuestas) Uribe Vélez.  Votaré por quién siga esta política, sea un santo, una dama, un filósofo o un Vargas (caso extremo, pero preferible). Nunca votaré por un subversivo que enseñó a leer a terroristas iletrados  en las mazmorras (legítimas) del régimen.  Jamás pondré mi voto por un terrorista que denunció a los empresarios antioqueños, dizque porque entre ellos había uno que otro comprometido con los paramilitares; semejante afirmación es indigna para cualquier colombiano de bien, que conozca el invaluable aporte a la paz (paz, pas) de Don berna, o la Oficina empresarial de Embigado o los hermanitos Castaño, tan queridos y útiles.  En la vida votaría por un terrorista defensor de esa  degenerada lista de vagabunderías (que algunos llaman derechos) establecidas en ese manifiesto comunista llamado constitución del noventaiuno, o algo así. Jamás.

Estamos en peligro, el enemigo acecha. Es hora de afinar el instinto (principal órgano de uso de la clase dirigente), para preservar la seguridad, la confianza de  los inversionistas de la palma de aceite y el país de propietarios (de tierras). El señor Petro, ha estado usurpando la paz de los honorables senadores norteamericanos, para llenarlos de embustes contra nuestro necesitado TLC. Algunos, ellos tan ingenuos, se han dejado engañar de los vejámenes que habló este traidor de la patria. Incluso, varios se creyeron el cuento que en Colombia los sindicalistas son asesinados, o perseguidos: Flagrante Embuste: Basta ver la fórmula presidencial del Doctor Santos, El señor Angelino Garzón, un sindicalista arrepentido a tiempo de su falta de cordura que hoy hace gala de la más natural de sus posturas ideológicas: el arrepentimiento comprometido con la causa de sus nuevos jefes. Este ex – sindicalista es el símbolo de la democracia colombiana, de la coherencia de las ideas y del hecho de que en nuestro país esa clase inferior de los obreros alcanza ciertos niveles de proximidad con la clase superior de los patronos (eso sí, si se esfuerzan; gratis no). Yo votaré por alguien que les quite la venda a los norteamericanos que se oponen a nuestro amado TLC y busque que lo aprueben inmediatamente. Ya me muero por probar esas alitas de pollo fresquitas y crocantes que están esperando nuestro mercado desde 2008. Nunca votaré por un haragán comunista que cree en la haraganería del sindicalismo, que cree que los obreros tienen derechos distintos a trabajar, trabajar y trabajar (sin salario, sin estabilidad y sin prestaciones) como lo exige el justo precio del pecado de Adán. Nadie debe votar por ese señor Petro, ruin embustero que insiste en que, de ser presidente, no nos dejará conocer las bondades de la ropa usada norteamericana sobre la cual tenemos legítimo derecho desde el día en que nuestro amado presidente negoció el TLC.

El país está en peligro y ese riesgo hay que eliminarlo, excluirlo, señalarlo o chuzarlo; usar todos aquellos  métodos ingeniosos y legítimos que puso en acción nuestro Padre y su sagaz joseobdulio para garantizar el poder de nuestra aurea estirpe. Debemos salir a las calles, a evitar que algunos se dejen engañar por la bazofia amarilla de nos quiere conducir a una hecatombe (no a esa que aún no llega y que si llegara nos evitaría estas elecciones, porque podríamos nombrar presidente vitalicio a nuestro único líder verdadero) para beneficiar a esa clase marginal de pobres, mísera en número y recursos, en este país próspero y de ricos. Así que votaré por algún Santo que nos haga el milagro de continuar la obra de nuestro propio heredero de Escribá de Balaguer; si por alguna razón me equivoco lo haré por Nohemí, la señora esa que pasa vacaciones cada cuatro años en Colombia y que precisamente le coinciden con épocas electorales, o por Vargas, como caso extremo.  Ellos son los representantes legítimos del orden natural de las cosas.

 

Es más, en caso de que por alguna causa me viera en la obligación de votar por otro, lo haría por ese Señor Mockus: lo he estado observando y escuchando. Dice cosas que me gustan mucho: apoya el apoyo militar que nuestros hermanos mariners nos ofrecen tan gratuitamente; está de acuerdo con aprobar todos los TLC, para que podamos disfrutar de los beneficios del comercio justo con la Unión Europea y nuestra amada patria norteamericana. Me preocupa el hecho que no viene directamente de las viandas de nuestro padre Uribe. Pero cada vez que lo escucho me convenzo más que no representa ya ningún peligro.

Pero que quede claro: que ni muerto, votaré por Petro.

 


 

Carta abierta a Antanas Mockus. Carlos Valdés


Fecha: ESTOCOLMO, 15 de mayo de 2010 16:04


Asunto: Carta abierta a Antanas Mockus

Estimado Antanas Mockus:

 

El 10 de mayo de 2010 dijo usted en Manizales que no hará alianzas con el Polo Democrático Alternativo "porque hay fuerzas en ese movimiento que todavía no han roto lazos con la subversión".

Tres días más tarde cayó asesinado en Barranquilla el ciudadano Iván de la Rosa, militante del Polo Democrático Alternativo. Una víctima más en la larga lista de asesinatos políticos que se cometen en Colombia, con plena impunidad.

 

¿Existe alguna relación directa entre sus palabras, estimado Antanas Mockus, y este asesinato u otros que puedan cometerse en los días que vienen, contra militantes del Polo?

 

Por supuesto que sí. Hace ya más de sesenta años, el entonces presidente Alberto Lleras pedía ponderación y mesura a los líderes políticos del país, y advertía que "los discursos en el Congreso se vuelven muertos en las veredas".

 

Usted no había nacido todavía, pero yo sí. Recuerdo eso perfectamente y por eso se lo cuento ahora.

 

Mi infancia y adolescencia están marcadas por la ferocidad de La Violencia, cuyos horrores indescriptibles solamente pueden compararse al infierno de las masacres, mutilaciones, despojos y desplazamientos cometidos por los paramilitares, agentes armados de la nueva clase que desde hace dos décadas se ha empeñado en controlar el monopolio del poder, a sangre y fuego, en nuestra martirizada Colombia.

En la década de 1940, los discursos en el congreso se convertían en muertos en las veredas. Hoy, las declaraciones electorales sufren la misma metamorfosis. Y es por esta sencilla razón que quiero sugerirle, estimado Antanas, que haga buen uso de la mesura y la ponderación en sus declaraciones. Lo sugiero y no lo pido, porque en una buena democracia los ciudadanos no le piden nada a los candidatos y, en cambio, los candidatos oyen y respetan los buenos consejos de los ciudadanos.

Son los candidatos los que tienen obligaciones y deberes. Y su primer deber consiste en no hacer ni decir nada que pueda poner en peligro la vida de los ciudadanos.

 

He visto que otras personas ya han comentado extensamente sus declaraciones y sus explicaciones posteriores. Parecería que cualquier cosa que yo dijera no agregaría nada nuevo al asunto. Sin embargo tengo algo que decir, algo que no he visto expresado por otros compatriotas.

 

Me explico. Usted usa una formulación muy desafortunada: "fuerzas –dice­– que todavía no han roto lazos con la subversión".

 

Si yo dijera, aquí en Europa (hasta aquí me han traído mis exilios sucesivos, que ya suman casi sesenta años) que un filósofo colombiano es el autor de esa frase, nadie me lo creería. Porque, como usted sabe muy bien, en los diccionarios de la filosofía y la cultura la palabra "subversión" tiene otro contenido diferente del que consta en los diccionarios policiales.

 

Todos los grandes filósofos han sido subversivos, porque subvirtieron viejas y anquilosadas formas del pensar y establecieron nuevos caminos en la búsqueda del saber. Los grandes profetas fueron todos subversivos. Jesús subvirtió un viejo orden religioso, de un pueblo, y fundó una iglesia universal, para toda la humanidad. Sócrates fue subversivo, como lo fueron Heráclito y Pitágoras, Copérnico y Galileo, Freud y Darwin, Einstein y Niels Bohr, Sartre y Russell. Subversivos fueron los grandes literatos y poetas, subversivos fueron los hombres y mujeres que lucharon por convertir nuestra patria, que era una colonia, en una república independiente, subversivos fueron sus antepasados y parientes, estimado Antanas, que se opusieron a la ocupación de su patria por parte de una gran potencia y trabajaron por su independencia nacional. Y subversivos son, a veces, también, quienes se atreven a desafiar al entorno agresivo e intolerante, se bajan los pantalones y muestran el trasero.

 

Pero esto no consta en los diccionarios policiales. En ellos consta que "subversivo" es criminal, terrorista, bandido, secuestrador y asesino.

 

Usted tiene todo el derecho de emplear el diccionario que mejor le parezca, ni más faltaba. Pero tenga en cuenta que nadie puede simplemente usar un lenguaje policial y al mismo tiempo decir que es filósofo.

 

Platón sostenía que la república perfecta era la que estaba gobernada por sabios y filósofos. Yo sospecho que Platón no tuvo en cuenta los procesos de metamorfosis: el mejor filósofo se transforma en otra cosa cuando a sus narices llega el irresistible perfume del poder.

 

Le digo todo esto, estimado Antanas, porque sus palabras son síntoma de profundos procesos sicológicos que solamente usted puede analizar y reconocer. Usted ha dicho que apoya la presencia de tropas extranjeras en territorio colombiano, usted, que conoce mejor que nadie lo que sufrieron los pueblos del Báltico, el pueblo de sus padres, bajo la bota militar extranjera en su territorio. Esa es la razón fundamental que hace imposible que yo apoye su candidatura a la presidencia de mi patria. Y si le escribo esta carta, amistosa pero franca, es solamente para decirle que yo lamentaría muchísimo que usted, que puede prestarle enormes servicios a Colombia en los campos de la educación, la investigación y la filosofía, sufriera ahora la terrible metamorfosis del candidato y se convirtiera, simplemente, en un animal político, en el mal sentido de la palabra.

 

Reciba usted mi saludo cordial.

 

 

Carlos Vidales