viernes, 8 de marzo de 2013
miércoles, 6 de marzo de 2013
Hugo Chávez
Hugo
Chávez
“la época ha cambiado, es nueva y sin precedentes,
pero han cambiado o están cambiando los pueblos con gran historia como el tuyo,
y surgen estadistas brillantes, audaces y valientes con nuevas ideas como tú;
nuevas ideas de lo que esta época tan difícil necesita”. Fidel Castro (Sept. 1
de 2006)
Mauricio
Rodríguez Amaya
Chávez ha muerto, y hay
una América Triste, un mundo triste; el mundo de los desamparados, de los millones
y millones de pobres, de los abandonados a la suerte (mala suerte) del sistema
financiero internacional; lloran los desarraigados de América, la muerte de un
hombre que en poco tiempo se instituyó como esperanza general. Lloran los niños
que en Venezuela van a la Escuela en bicicletas cargando a cuestas sus
computadores, los de que les entregó la revolución bolivariana en todos los
rincones de esa patria; están tristes
los indios de América, los que habitan desde
de Méjico hasta la Patagonia, los que comanda Marcos y los que caminan con Evo
cada una de sus pequeñas victorias; están tristes los negros y las negras de
América, los hijos de otras tiranías, cuyos abuelos murieron en las minas o en
los ingenios y que vieron en Chávez una reivindicación material, racial, de
cientos de años de ignominia.
Hoy sufre una parte de
América, la América que es Nuestra, este boceto de proyecto cultural y político
nuestroamericano, como habría de
denominarlo el maestro de la Patria Grande, don José Martí, esa parte del mundo
donde no hay conflicto entre las razas porque no hay razas, esa América que
viene cultivando la plena conciencia que hasta que no se haga andar al Indio,
no comenzará a andar bien la América. En esta nuestraamerica, hoy están tristes los pueblos, los movimientos de
mujeres, los afrodescendientes, las naciones originarias, los y las jóvenes,
los ejércitos estudiantiles, baluartes de la revolución nuestraamericana, las madres comunitarias, el campesinado en marcha
o en la siembra, los obreros y las obreras pegados al sistema que los consume
pero organizados para consumirlo; los intelectuales, las maestras de escuela,
las poetisas y los cantores populares, estamos tristes casi todos, que vaina,
son más poquitos los que no están tristes, pero que todavía controlan algunos
Estados, los medios de comunicación, los parlamentos y las mafias que los
engordan y los apoltronan en los solios presidenciales.
Nadie puede dar fe de ese
paso indómito entre la vida temporal y la inmortalidad, pero por lo que se ve
en esta nación nuestraamericana, ese
paso consiste en desprenderse de las carnes envejecidas, abandonar en una cama
los males y dejarlos ir sin remordimiento alguno, para ir a incrustarse en la
cabeza y en los corazones de millones y millones de seres humanos. Si es así,
desde hace rato, Chávez venía labrando ese tránsito doloroso y bello al mismo
tiempo. En los pueblos de América, la presencia de Chávez contribuyó a
consolidar los caminos de cambio, impulsó la perspectiva y contribuyó al éxito
de esas otras luchas. El continente vio girar la rueda de su historia en la dirección
necesaria, volvió a creer que era posible constituirse en un eje autónomo del
desarrollo y no como la simple coima que sirve de comidas y materias primas en
las mesas de los empresarios norteamericanos y europeos. Nuestraamerica volvió a pensar la unidad continental como un proyecto
posible, la misma unidad que habían desbaratado los Estados Unidos, la Francia
Republica y los británicos en tiempos de Bolívar. Este continente, condenado al
exterminio fraterno, la exclusión diaria y el trabajo indigno, volvió creer que
era posible que cada familia gozara del legítimo derecho al alimento, a la educación
decente y al trabajo bien remunerado. En estos cambios, en estas vueltas a la
perspectiva emancipatoria continental, Chávez estuvo cada uno de sus días, en
cada una de sus experiencias y en cada una de sus decisiones de gobierno. Con Chávez,
la unidad nuestraamericana tiene hoy
cuerpo en la CELAC y en el ALCA en UNASUR y en Petrocaribe. Después de Chávez,
América no es la misma, ha decidido verse en
su propio rostro, recoger las banderas pisoteadas por años y años de
exterminio, y ha retomado el rumbo de su historia, que es sin duda la historia
de los pueblos libres, empoderados, grandiosos.
Cada hombre y cada mujer
de esta América Nuestra, tiene una deuda histórica con el Comandante Hugo Chávez,
cada hombre y cada mujer de esta América, debe a Chávez el resurgimiento de la
esperanza, el volver a enamorarse de estas tierras recónditas, el querer
respetarlas y hacerlas respetar de los nuevos y viejos usurpadores; de volver a
soñar con la patria grande y de intentar palmo a palmo construirla
definitivamente. Gracias a Usted Comandante Hugo Chávez, por que como diría
Fidel, la época ha cambiado, es nueva y
sin precedentes; y estamos seguros que ha cambiado, porque las revoluciones
que encendió son esencialmente irreversibles, y sin precedentes, porque nunca
la América Nuestra había estado tan cerca de su propio rostro, de su propia fisionomía
negra, amerindia, mestiza, cósmica, llena de vigor revolucionario y de
esperanza en el presente y el futuro.
Gracias Comandante.
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