Dilma puede, Brasil quiere
En pocas horas sabremos si la obra de Lula puede más que la presión multimillonaria en la población brasilera en la segunda vuelta presidencial.
Mauricio Rodríguez Amaya
Dilma Rousseff, candidata a la presidencia por el Partido de los Trabajadores de Brasil, ha tendido que soportar en camapaña todas las calumnias e improperios que sus contradictores han utilizado para reducir su favorabilidad en medio de un acalorado ambiente electoral, en donde se decide por la continuidad del modelo reformista de Lula o por la vuelta al poder de los amigos de Cardoso, la corrupciòn y el neoliberalismo.
Dilma luchó contra la dictadura que azotó al paìs entre 1964 hasta principios de los ochenta. Revolucionaria desde su juventud, se vinculó a la actividad política a través de Polìtica Operaria y luego en la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares; fue detenida y sufrió tres años de prisión por orden de un tribunal militar de esos que pululaban por todo el continente. Durante la campaña, se intentó utilizar su pasado guerrillero en su contra, pero supo responder con altura y sin recurrir a renegar de su lucha histórica. Ha estado en el Gobierno de Lula Da Silva, como ministra de Energía y posteriormente asumió el Ministerio de la Casa Civil; también dirige la Junta de directores de Petrobras, la empresa petrolera estatal más grande de América.
El pasado 3 de octubre logró la mayor votación en la primera vuelta, aunque no alcanzó la expectativa de su partido, que consistía en ganar de una vez la presidencia. El segundo candidato, Josè Serra no dejó ocultar su triunfalismo y con sobrepujado entusiasmo continuó su campaña de insultos contra Rousseff. Sin embargo, a pocas horas de las elecciones definitivas, la favorabilidad de Dilma sigue subiendo y el candidato de Fernando Cardoso, ha detenido su asenso.
Se dijo también en campaña que a Dilma le quedaría grande dirigir el país, un poco por ser mujer, (argusia reconocidisima de la ferrea tradición machista de los pueblos latinoamericanos) e incluso recurriedo a relegarla por sus quebrantos de salud, contra los que ha luchado heróicamente. Pero contra todos los insultos, Dilma ha hecho una campaña exitosa, no ha dejado pasar los insultos y ha tenido incluso que responder con la misma veligerancia de su juventud, cuando hacia parte en las calles el movimiento Directas Já, que buscaba el retorno de la democracia después de 20 años de milicia en el mando del estado. No solo ha sido una excelente ejecutiva en sus cargos públicos y en la actividad privada, sino que ahora tiene toda la energía, espíritu, conocimiento y experiencia para asumir el liderazgo del país más grande de Nuestra América y una de las economías más pujantes del mundo.
Dilma puede y todo indica que los brasileros y brasileras no se van a dejar comprar con las millonarias prevendas que se entregan en las calles para devolverle el país a quienes impusieron el neoliberalismo, la corrupción y el despilfarro durante la década de los noventa. Dilma puede y Brasil quiere continuar el rumbo que el PT y Luis Inácio Lula lograron imponerle en los últimos años; Dilma puede y Brasil quiere, eso parece decirle al mundo el país carióca en las elecciones de las próximas horas. Dilma puede y Brasil quiere, es la voz que en Nuestra América debemos expresar todos y todas los que creemos que un mundo mejor es posible.
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Fotografía: wikipedia.org
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