Adiós Señor Presidente Mauricio Rodríguez Amaya Distinguidísimo y nunca bien encuestado Señor Presidente; Usted que siempre ha sido un adalid del respeto de la división de poderes (entre los Lulle y los Santodomingo); Usted que nunca se atrevería a amenazar a un Juez, ni a pegarle en la cara marica; Usted que tanto ha creído en la justicia y estableció un sistema efectivo de perdón (casi lo olvido), basado en la delación efectiva y el pago con la mano derecha por entregar la izquierda; Usted, queridísimo Presidente, que nos enseñó a creer en las instituciones (o a morir en el intento de criticarlas), que fortaleció la democracia, amplió la cobertura del congreso y, para ello, envió a predicar a varios de sus más allegados contertulios a las cárceles de la patria, incluido su primo, tan abnegado colaborador de la causa democrática que Usted encarna... Usted, que nos enseñó el valor de servir a la verdad (de Gurissati), que con el Tiempo, nos devolvió la confianza en los Santos y en su cruz (roja). Usted, que nos enseñó a ver las fosas como son y no como dice Amnistía Internacional; que con la paciencia de un padre, nos demostró que más vale un verdadero sapo que un falso positivo. Usted nos enseñó con el ejemplo a perdonar al verdugo y castigar a la víctima por su incesante melodramática quejadera. Usted que estableció la libertad de prensa, que nunca manipuló una encuesta, que jamás mandaría al exilio ni a una Mosca, mucho menos a un Coronell; que nos envolvió en el embrujo de su prolífica lengua castellana, que nos hizo sentir empresarios en medio de tanto drama y desempleo; que nos devolvió la moral (de la tropa) y limpió las carreteras de malechores sin ninguna concesión (que no fuera para los Nulle). Usted, Señor Presidente, se nos va. Se nos va este gobierno que implantó la Seguridad en Soacha y en la Macarena, que enterró allí a miles de guerrilleros y terroristas que se hacían pasar por estudiantes, jóvenes, campesinos o desempleados. Se nos acaba este gobierno donde aprendimos a pedir limosna con la mano firme, y a mirar a los delincuentes con el corazón blando. Se acaban ocho años de honestidad y transparencia en las arcas del Estado, donde nunca estuvo más Seguro el Agro Ingreso, en donde jamás se compró una notaría (sin permiso de Tomás), ni se compró un voto, o se adquirió una curul que no fuera para el beneficio de la patria (o de Sabas, en su defecto). En estos ocho años, excelentísimo Señor Presidente, le debemos a usted el empleo, que desbordó los semáforos y las esquinas aunque los burócratas del DANE digan los contrario; Ahora nos enfermamos menos, y gracias a su ejemplo nos convencimos que realmente tantos hospitales y clínicas son verdaderamente innecesarios; Le debemos el sagrado subsidio que nos lleva el Pan de cada mes a la mesa y que nos alienta el fogón después de horas y horas de necesarias filas. Nuestras familias (en acción) estarán eternamente agradecidas con Usted, quien sin esperar ninguna reelección a cambio nos dio gratuitamente un ingreso por medio de algún insigne político de su confianza. Ya no lo volveremos a ver en nuestro programa preferido de los domingos, repartiendo dinero a la diestra y contra la siniestra, regañando funcionarios infectos de pereza (o decencia), infiriendo bien merecidos improperios contra los terroristas disfrazados de civil que sin Piedad (o con ella) acusaban semanalmente a su gobierno de servir los intereses contrarios a la patria. Se acabaron sus consejos comunales, ya no escucharemos más sus eternas alocuciones tan necesarias para nuestra recta formación ciudadana, tal ultrajada por la falta que aún nos hace aprender a CONVIVIR. Usted se lleva un 80% de nuestro amor (y del tesoro público) y eso aún es simplemente simbólico ante tan inconmensurable obra. Seguramente algunos, eso sí muy pocos, estarán felices con su retiro. Intentarán, no sin un fracaso asegurado, vilipendiar su obra, demostrar estadísticas amañadas, o lo culparán de la existencia de algunos cementerios; incluso pedirán su captura; no se descuide presidente, es mejor estar alerta; mantenga unida su familia que es toda una Zona Franca, cuide a sus hijitos tan prósperos y honestos, ellos que nos son unos mantenidos del papá (sino del fisco), están en peligro, en medio de tanta gente envidiosa de su buena fortuna para los negocios. Tómese unas buenas vacaciones Señor Presidente, déjese acariciar por la sombra en alguna hectárea de Palma Africana que con tanto amor nos regaló Usted por todo el país. Descanse en su Finca, aunque ya no podrá jugar a las escondidas (de huesitos y carnitas) con su vecino Don Salvatore. Viaje por el mundo (antes que la Interpol lo busque), evite países peligrosos como Venezuela y Cuba, allí no será bien recibido seguramente, aunque usted haya atendido en su casa tan amablemente a prohombres de esas tierras como Carmona o Posada Carriles. Buena suerte y buena mar, Señor Presidente, goce usted su libertad (la que le queda) en medio de su familia y sus amigos, estas tierras lo estarán esperando siempre, nosotros lo estaremos esperando siempre, anhelosos de volverlo a escucharlo, aunque nos toque ir a las mismísimas mazmorras de la Corte Penal Internacional para visitarlo. Adiós, Señor Presidente. |
viernes, 6 de agosto de 2010
Adiós Señor Presidente
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2 comentarios:
Muy bueno.
pra muchos de nosotros existio una venda en los ojos por mucho tiempo y lo digo por mi es aun dificil enterder y creer todo lo que dicen del que en algun momento fue mi presidente tal vea exista algo de verdad en todo lo que aqui quedo escrito pero solo se que hoy termina un gorbierno pasado por sangre robos corrupcion o lo que quieran decir pero mañana empieza creeria yo el peor de toda la historia colombiana dios nos acompañe
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