El uribismo hace agua y el espectáculo es deprimente: ¿cómo creen que nos sentimos nosotros, los uribistas de toda una vida, los que creemos que merecemos un subsidio agrícola, una embajada, al menos una notaría, al ver cómo se insultan entre sí Juan Manuel, Noemí y 'el Pincher' Arias? ¿No merecíamos un final menos miserable?
Por eso, me permito convocar una alianza para que no perdamos el poder. De lo contrario ganará Mockus y no me quiero imaginar lo que sería un gobierno suyo, decente y libre de escándalos y de politiquería: sería casi tan aburrido como irse de puente a una finca con Rafael Pardo: ¿de qué habla uno? ¿Qué se puede decir?
No permitamos que naufrague el uribismo. Debemos congregarnos. Llamo a la mesura. Noemí sugiere que Juan Manuel es un mentiroso; Juan Manuel sugiere que Noemí es una imbécil; Noemí no se retracta de decirle ladrón al 'Pincher': señores, ¡cálmense! No peleen por eso, que todos tienen la razón; a todos los asiste la verdad.
Mejor consolidemos nuestra alianza. Mi primer clamor es por la unión de Noemí y Juan Manuel: ¡únanse! ¡Junten sus ideas! Aprovechen que ambos son unos verdaderos animales políticos, aunque Noemí sea un poco más animal que Juan Manuel.
Desunidos nos derrotan y se nos viene la hecatombe: nos investigan a todos. Le quitan la embajada a Édgar Perea. José Obdulio queda desempleado. El cultivo de palma se viene abajo. Le dan la concesión de las carreteras a contratistas que sí las saben construir, y no a nuestros amigos.
En definitiva, lo perdemos todo. No lo permitamos. Llamemos a las fuerzas vivas del Partido Conservador; rescatemos a José Galat, que se retiró a la vida académica: ahora hace parte de la muestra de Bodies. Él mismo se donó. Lo pusieron en el ala derecha de la exposición, con los dedos en V, como salía en su propaganda. Traigámoslo de vuelta para que adhiera a Juan Manuel y se sume a esa histórica fotografía en la que, como prueba de que la suya es la campaña de la renovación, el candidato sale acompañado del hijo de Laureano Gómez, la hija de Mariano Ospina, el hijo de Guillermo León Valencia y el hijo de Antonio José Amar y Borbón, entre otros adolescentes que representan un aire nuevo y que son contemporáneos entre sí.
Reconozcamos con valor que vamos por mal camino. Miremos a Noemí. Ya comenzó su derrumbe. La verdad es que sus asesores no han podido ser más torpes. Vean al vicepresidente que escogieron. El de Santos, al menos, suma votos: cualquiera sabe que Angelino Garzón captura el sentir del colombiano belfo, que es casi el 38 por ciento de la población.
En cambio, la fórmula de Noemí no podía ser más insulsa. ¿Cómo nombran a un gordito desconocido como vicepresidente, en vez de poner a alguien que de verdad le sea útil a la candidata? Yo habría puesto a Norberto, el estilista. Con Norberto, Noemí hubiera neutralizado a Fajardo, que vive obsesionado por su pelo, parte fundamental de su pinta de arquero, ahora suplente; y el país habría evitado que ella tuviera una costosa nómina paralela de peluqueros y manicuristas. Con ese ahorro se podría solucionar la crisis de vivienda social. Habría sido una jugada responsable y hábil a la vez.
Ahora bien: Juan Manuel también me preocupa. Se le comienza a notar el desespero. Esta semana, para no ir más lejos, salió vestido con poncho de arriero y sombrero aguadeño. Ya se está disfrazando de Uribe: ¿es eso de adultos? ¿No podría asumir su temperamento de camaleón con algo más de dignidad?
Y lo digo con cariño, porque lo quiero de verdad. Pero pobre: está a minutos de vestirse con un frac ombliguero, hablar con acento paisa y decir que Jorge Noguera es un buen muchacho con tal de ganar las elecciones.
Pero no las va a ganar. Y no lo digo por su físico, con el cual, faltaría más, no me meto: sería de mal gusto. Creo que cualquier persona está en su derecho de someterse a una rinoplastia, aunque habría sido más prudente no hacer campaña en pleno posoperatorio. Era mejor esperar a desinflamarse. No lo digo por eso, sino porque se empieza a notar que de candidato es aun menos carismático que de ministro.
Amigos uribistas: hacemos agua. Clamo por la unidad. Demostremos que, juntos, somos mejor opción que los verdes: ¿ahora resulta que el Twitter, el Facebook y demás pendejadas de esas son más efectivas que el voto amarrado, la prebenda y todos nuestros sistemas de hacer política? ¡Nada de eso! Sería una vergüenza que el uribismo sea derrotado por un poco de universitarios, de intelectuales, de ciudadanos ordinarios que no tienen ganados ni sembradíos ni temen a la hecatombe. ¡Convoquemos, pues, a nuestros gamonales! ¡Llamemos a nuestros caciques de provincia, a los pastores cristianos, a los cabezas rapadas, a la gente del Opus Dei: a todos los nuestros! ¡Invoquemos todas las fuerzas del uribismo! ¡Todas! Juntémonos con el PIN si es preciso; con 'la Gata', si es necesario. Y unamos la potencia de los congresistas que los apoyan por separado, y que son grandes gendarmes de la moral y de la ética: ¡doctor Omar Yepes, salve la patria! ¡Trabaje con el doctor Name! ¡Doctor Gerlein: saque esto adelante con Piedad Zuccardi!
Amigos uribistas: evitemos la derrota a toda costa. Aún estamos a tiempo de reaccionar. Aprovechemos que somos, antes que nada, unos reaccionarios.
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