Santos, el imbécil
Mauricio
Rodríguez Amaya
Hace unos años, el actual
Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, aseguró tajantemente “solo los
imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”; en ese
momento se le cuestionaba su incoherencia política en torno a los temas de la
paz. Solo los imbéciles no cambian de opinión,
decía el candidato, pero pensará lo mismo el Presidente?
Analicemos primero las
circunstancias; El país más rico en diversidad nativa y cultural, hoy avanza
hacia un inmenso desierto de cráteres y huesos; el polvo de carbón consume la
sierra Nevada y de paso las aguas de Santa Marta, que eran azules y turísticas,
hoy son grises y solitarias; detrás de esta tragedia está la Drummond con sus
comerciales de televisión y sus sindicalistas asesinados; las aguas del
Casanare sencillamente desaparecieron de sus cuencas y brotaron como por obra
de magia en los taladros modernos de las petroleras; el agua del Casanare se la
robaron la B.P. y Pacific Rubiales y lo que era ese embrujo verde bajo el azul del cielo que inspirara las letras de
nuestro poeta Arnulfo Briceño, hoy no es más que una estepa hedionda y
cadavérica por falta de la fuente primordial de la vida. En el Huila cuatro
municipios y dos resguardos indígenas desaparecerán para abrirle paso a la
Represa del Quimbo, perteneciente a unos españoles sedientos de ganancias; las
montañas coloridas de Cajamarca pronto serán un solo cráter amarillento y del
oro de Marmato nos quedará el mercurio sobre las aguas cálidas del Cauca. Chocó
es menos que miseria y ni siquiera la esperanza aguanta entre la pobreza
miserable y el oro que se desaparece como el aire. En buenaventura las
sociedades portuarias han instalado una nueva oficina del mercado de la muerte,
para librarse de miles de negros y negras pobres que habitan la zona donde debe
construirse el mega-puerto que inundará nuestro país de muñequitas chinas y
basura electrónica taiwanés; el oro, el petróleo, el agua, las esmeraldas, el
cacao, el azúcar, los chigüiros, las babillas, los verdes y los azules, las
estepas rojizas y las cumbres doradas, sencillamente desaparecieron o están
desapareciendo de nuestra maravillosa
geografía y riqueza natural. Las cosas no
son iguales desde hace más de 20 años que unos economistas decidieron que todos
sobrábamos en esta inmensa espesura de riquezas que cubre más de 1 millón de
kilómetros sobre este planeta también moribundo. Hemos cambiado para mal, y para
mal pareciera que nuestra imbecilidad no nos permite sencillamente cambiar de rumbo;
ya lo dijo un candidato en otras épocas, solo los imbéciles no cambian de
opinión cuando cambian las circunstancias.
Pero si las circunstancias
han cambiado tanto, cómo calificar a un Presidente desastroso que quiere
quedarse con todo y sus desastres? sencillamente se comporta como el imbécil
que no cambia de opinión, aún a pesar de la crudeza de las evidencias que lo
delatan como una verdadera catástrofe política y humana. Santos, se comporta
cuan imbécil que no entiende que el país cambió con él y por su extrema
responsabilidad. Hay que ser suficientemente imbécil para creer que este país
le permitirá continuar promoviendo esta hecatombe y ocultándola gracias a los
favores meretrices de medios pervertidos y periodistas sin escrúpulos ni ética.
Este presidente barrió con la democracia en Bogotá, para abrirle paso a las
basuras que se adueñaron hace muchos años de los desperdicios, y a los que
Petro les quitó el negocio. Pero Santos, el Imbécil, cree que la gente no vio
el golpe de estado, que no se siente indignada por la pérdida del poder
democrático de un gobierno que se fue por el hecho de no haberse robado un
peso. Santos fracasó en cada uno de sus planes, menos en los de abrir las venas
de esta tierra herida para que mafiosos y terratenientes engordaran sus
bolsillos y afilaran sus fauces contra la gente y contra la vida. En Colombia la
gente es menos pobre pero más miserable, ocupamos los últimos puestos en
calidad educativa, el empleo es precario y la salud es el espejo del abandono y
la avaricia con que se gobierna.
Cómo puede pretender
quedarse en el gobierno quien no tiene respuesta con la debacle ambiental
creada por el lenocinio de financistas y multinacionales? Cómo pretende quedarse
en la Casa de Nariño un hombre mediocre y ciego, indolente y cobarde? Santos
nombró en el ministerio de Agricultura a un terrateniente para que pudiera
conservar la acumulación de tierras para las mismas familias; en la cartera de
Trabajo nombró a un verdadero defensor de los empresarios, a quien le premió su
indolencia entregándole una alcaldía robada; la ministra del medio ambiente no
cree que sea grave el desastre ambiental mientras tapa el atraco de las
multinacionales minero-energéticas echándole la culpa al clima; Santos, no
puede quedarse, aunque él esté convencido que le estamos eternamente
agradecidos por convertir este rincón del paraíso en el muladar de las
trasnacionales. Santos es suficiente
imbécil para no darse cuenta que hoy más que nunca este país desprecia su
gestión, le duele la muerte y la pobreza y está indignado por cada una de las
fechorías que planea y permite desde el Solio de Bolívar.
Santos no debería
quedarse, aunque su imbecilidad le permita convencerse de lo contrario; pero si
se queda, si la gente vota por él, por su despreciable gobierno de malandros y
asaltantes, entonces los imbéciles seremos todos los que permitamos, que aún en
medio de estas duras circunstancias, se mantenga en el poder esta clase
miserable que detenta las riquezas a costa de la vida, nuestras riquezas y el agua.
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