jueves, 6 de mayo de 2010

Pensar con el deseo

Pensar con el deseo:

Mockus Y Petro en la segunda Vuelta

 

 

Mauricio Rodríguez Amaya

www.bajolamole.blogspot.com

 

 

El uribismo se disuelve como lo que es: una ilusión óptica creada por mafiosos, paramilitares y banqueros, para que la gente sintiera una falsa sensación de bienestar, mientras se le quitaban sus derechos al trabajo digno, la salud y la educación. Los banqueros alcanzaron ganancias de más de 5 mil billones de pesos por año, el negocio del tráfico de drogas sigue incólume; ni las rutas, ni los clientes en el extranjero han sido molestados por la Seguridad Democrática. No hay un solo paramilitar condenado por los miles de muertos, las masacres, las tomas ilegales de tierras y su desmovilización no fue más que un reacomodo. Pero la maquinita tuvo su daño, cuando la corte constitucional echó atrás en embeleco reeleccionista del ubérrimo, y la crisis ya no tuvo reverso cuando el presidente bendijo con su casta potestad al santo que debía secundar su obra.

 

El santo que persigue el cetro de su amo, no es ni siquiera una mala fotocopia. Y sin embargo en todo se parece. Durante su paso por el ministerio de Defensa, se cometieron más de 2000 asesinatos extrajudiciales, por los cuales no hay ningún miembro del ejército en prisión, pues los que fueron capturados en poco tiempo volvieron a las calles y a sus puestos. Invadió militarmente a Ecuador, violando todos los protocolos internacionales. En su contra aún pesa una orden de captura. Y ya en campaña, se consiguió su propio joseobdulio: un jj sin intestinos a la hora de hacerle daño a los enemigos de su jefe de turno. La campaña se este poderoso santo se cae sin que nada pare su debacle. El uribismo en su versión más parecida se derrumba en escombros y el desespero no  deja dormir tranquilos ni a los que salen, ni a los que sueñan en seguir viviendo del miedo y el horror.  

 

La otra uribista, la señora que viste del color que le sirve, tampoco tiene nada que decir, ni que pensar; su campaña no representa nada nuevo, ni viejo en el escenario político. Los genuinos conservadores, los más reaccionarios, están con el santo del ubérrimo, detrás, a ver que les toca en esta tienda. Nada dice interesante la señora, nada propone y su imagen, producto de maquillaje y cámaras, no alcanza el espectáculo que aspira.

 

Ni que decir de Vargas, el de las posturas anti guerri-lleras. No sube, no baja, no anda. Ni hablar de Pardo, a quien se le cobra la ambigüedad de su partido y el daño feroz al país causado por su jefe Gaviria (el Cesar, por si acaso).

 

Estas circunstancias me permiten pensar con el deseo. Y es que a menos de quince días de las elecciones solo dos candidatos irrumpieron con fuerza suficiente para proponer cosas nuevas y radicales, desde dos puntos de vista disímiles y contradictorios. Por un lado, a la derecha está Mockus, el representa el anhelo legalista de una país que ha visto como el ubérrimo se limpió los huesitos y las carnitas con la constitución del 91, que hizo la ley a su antojo y que propuso, a lo Fujimori, acabar las cortes si se seguían entrometiendo en sus pilatunas. Todos conocemos a Mockus, maestro del mackartismo, cuando se trata de atacar a sus opositores; amplio con el sector privado y cerrado con los trabajadores. En sus administraciones, avanzó disciplinadamente en la privatización de la educación y la Salud en Bogotá, a la vez que despidió a más de 13 mil trabajadores, que después de un largo proceso ganaron la batalla legal contra el distrito. Pero ahí está Mockus hoy, proponiéndole a este país devastado por la política del traquetismo, los falsos positivos y la corrupción, recuperar la moralidad administrativa, la lealtad a la ley, y el amor por el respeto a lo ajeno. Sin duda, Mockus desde su óptica, representa un cambio de rumbo para este país desangrado a lo sumo y maltratado al máximo por las peripecias de ubérrimo en su afán de controlarlo todo.

 

El segundo candidato con una marcada posición de cambio es Gustavo Petro. Ganó en franca lid en una consulta de debió ser en marzo y no en septiembre. Ganó a pesar de haber iniciado su campaña en franca minoría. Ganó caminando más y trabajando más, derrotando el triunfalismo de una izquierda facilista y cómoda. Petro ha sido el mejor proponente en los debates televisados y en los foros académicos y universitarios; es el candidato con la más clara estructura discursiva, sabe hacia dónde va, conoce el terreno del debate político y lo hace con claridad y con respeto. El martes volví a verlo en el debate contra el D.A.S. y su exposición fue de nuevo impecable. Petro habla sin miedo: no reconoce como legal el acuerdo de las bases militares, está dispuesto a desmontar las cooperativas de trabajo asociado como intermediarias del empleo; ha planteado la necesidad imperante de quitarle el poder a las mafias (incluyendo la del ubérrimo); es claro en su oposición al TLC y sabe que el camino de la paz es el de la negociación sin descuidad la fuerza del Estado.

 

La mejor segunda vuelta es esa: un Mockus, dispuesto a defender el estatus quo con legalidad, honestidad y transparencia, y un Petro dispuesto a ofrecer a este país un cambio de rumbo necesario y posible.

 

Petro tiene el coraje para ganar en este último tramo, la voluntad no solo de su partido, sino de miles de colombianos indecisos. Mockus supo aprovechar el lugar que la sorpresa ofrece en contiendas electorales que se dan por definidas. Ambos tienen la fuerza suficiente para pasar a la segunda vuelta. Pero insisto, estoy pensando con el deseo, y con ese mismo deseo, en cualquier caso, votaré por Petro.


 

martes, 4 de mayo de 2010

10 razones para votar por Santos

 
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lunes, 3 de mayo de 2010

Noemí y Juan Manuel: ¡Únanse!


 
Noemí y Juan Manuel: ¡Únanse!
Por Daniel Samper Ospina


Juan Manuel me preocupa. Esta semana salió con poncho y sombrero aguadeño. Ya se está disfrazando de Uribe.
 

El uribismo hace agua y el espectáculo es deprimente: ¿cómo creen que nos sentimos nosotros, los uribistas de toda una vida, los que creemos que merecemos un subsidio agrícola, una embajada, al menos una notaría, al ver cómo se insultan entre sí Juan Manuel, Noemí y 'el Pincher' Arias? ¿No merecíamos un final menos miserable?

Por eso, me permito convocar una alianza para que no perdamos el poder. De lo contrario ganará Mockus y no me quiero imaginar lo que sería un gobierno suyo, decente y libre de escándalos y de politiquería: sería casi tan aburrido como irse de puente a una finca con Rafael Pardo: ¿de qué habla uno? ¿Qué se puede decir?

No permitamos que naufrague el uribismo. Debemos congregarnos. Llamo a la mesura. Noemí sugiere que Juan Manuel es un mentiroso; Juan Manuel sugiere que Noemí es una imbécil; Noemí no se retracta de decirle ladrón al 'Pincher': señores, ¡cálmense! No peleen por eso, que todos tienen la razón; a todos los asiste la verdad.

Mejor consolidemos nuestra alianza. Mi primer clamor es por la unión de Noemí y Juan Manuel: ¡únanse! ¡Junten sus ideas! Aprovechen que ambos son unos verdaderos animales políticos, aunque Noemí sea un poco más animal que Juan Manuel.

Desunidos nos derrotan y se nos viene la hecatombe: nos investigan a todos. Le quitan la embajada a Édgar Perea. José Obdulio queda desempleado. El cultivo de palma se viene abajo. Le dan la concesión de las carreteras a contratistas que sí las saben construir, y no a nuestros amigos.

En definitiva, lo perdemos todo. No lo permitamos. Llamemos a las fuerzas vivas del Partido Conservador; rescatemos a José Galat, que se retiró a la vida académica: ahora hace parte de la muestra de Bodies. Él mismo se donó. Lo pusieron en el ala derecha de la exposición, con los dedos en V, como salía en su propaganda. Traigámoslo de vuelta para que adhiera a Juan Manuel y se sume a esa histórica fotografía en la que, como prueba de que la suya es la campaña de la renovación, el candidato sale acompañado del hijo de Laureano Gómez, la hija de Mariano Ospina, el hijo de Guillermo León Valencia y el hijo de Antonio José Amar y Borbón, entre otros adolescentes que representan un aire nuevo y que son contemporáneos entre sí.

Reconozcamos con valor que vamos por mal camino. Miremos a Noemí. Ya comenzó su derrumbe. La verdad es que sus asesores no han podido ser más torpes. Vean al vicepresidente que escogieron. El de Santos, al menos, suma votos: cualquiera sabe que Angelino Garzón captura el sentir del colombiano belfo, que es casi el 38 por ciento de la población.

En cambio, la fórmula de Noemí no podía ser más insulsa. ¿Cómo nombran a un gordito desconocido como vicepresidente, en vez de poner a alguien que de verdad le sea útil a la candidata? Yo habría puesto a Norberto, el estilista. Con Norberto, Noemí hubiera neutralizado a Fajardo, que vive obsesionado por su pelo, parte fundamental de su pinta de arquero, ahora suplente; y el país habría evitado que ella tuviera una costosa nómina paralela de peluqueros y manicuristas. Con ese ahorro se podría solucionar la crisis de vivienda social. Habría sido una jugada responsable y hábil a la vez.

Ahora bien: Juan Manuel también me preocupa. Se le comienza a notar el desespero. Esta semana, para no ir más lejos, salió vestido con poncho de arriero y sombrero aguadeño. Ya se está disfrazando de Uribe: ¿es eso de adultos? ¿No podría asumir su temperamento de camaleón con algo más de dignidad?

Y lo digo con cariño, porque lo quiero de verdad. Pero pobre: está a minutos de vestirse con un frac ombliguero, hablar con acento paisa y decir que Jorge Noguera es un buen muchacho con tal de ganar las elecciones.

Pero no las va a ganar. Y no lo digo por su físico, con el cual, faltaría más, no me meto: sería de mal gusto. Creo que cualquier persona está en su derecho de someterse a una rinoplastia, aunque habría sido más prudente no hacer campaña en pleno posoperatorio. Era mejor esperar a desinflamarse. No lo digo por eso, sino porque se empieza a notar que de candidato es aun menos carismático que de ministro.

Amigos uribistas: hacemos agua. Clamo por la unidad. Demostremos que, juntos, somos mejor opción que los verdes: ¿ahora resulta que el Twitter, el Facebook y demás pendejadas de esas son más efectivas que el voto amarrado, la prebenda y todos nuestros sistemas de hacer política? ¡Nada de eso! Sería una vergüenza que el uribismo sea derrotado por un poco de universitarios, de intelectuales, de ciudadanos ordinarios que no tienen ganados ni sembradíos ni temen a la hecatombe. ¡Convoquemos, pues, a nuestros gamonales! ¡Llamemos a nuestros caciques de provincia, a los pastores cristianos, a los cabezas rapadas, a la gente del Opus Dei: a todos los nuestros! ¡Invoquemos todas las fuerzas del uribismo! ¡Todas! Juntémonos con el PIN si es preciso; con 'la Gata', si es necesario. Y unamos la potencia de los congresistas que los apoyan por separado, y que son grandes gendarmes de la moral y de la ética: ¡doctor Omar Yepes, salve la patria! ¡Trabaje con el doctor Name! ¡Doctor Gerlein: saque esto adelante con Piedad Zuccardi!

Amigos uribistas: evitemos la derrota a toda costa. Aún estamos a tiempo de reaccionar. Aprovechemos que somos, antes que nada, unos reaccionarios.



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