Mauricio Rodríguez Amaya
Mauro_rodriguez1@yahoo.com
www.bajolamole.blogspot.com
Dosmilocho anunció la crisis, guardabajo, como dijo el poeta, y tres panes costarán como tres hijos. Dosmilocho de desamparos y esperanzas. Dosmilnueve, guardarriba, de decisión fecunda por el cambio, la dignidad y la justicia
Dosmilocho fue de desamparos, porque la muerte vino en falsos positivos, asesinatos extrajudiciales y más medallas a sus mercaderes. De desamparos, porque el hambre sigue impune y en las mesas triunfa la ausencia y el pan duro. Porque el ladronaje financiero despojó de viviendas a miles de colombianos y colombianas. De desamparos también porque el invierno azotó a ricos y pobres (casi por igual), y porque las ayudas a los miles de damnificados se siguen quedando en los almacenes de las grandes marcas. Cae la economía porque suben los bancos, el DANE dice que no hay desempleo porque la gente ha dejado de buscarlo, no porque lo haya conseguido. En las pirámides quedaron enterradas las expectativas del dinero fácil de miles de ingenuos colombianos, el gobierno se quedó con el resto del lavado: las marcas, los proveedores y parte importante de los beneficios. Los ministros, propietarios de sus propias mentiras, sostienen que la crisis no vendrá, pero es precisamente porque ya está aquí: ataca los ahorros, amenaza con liquidar bancos y desaparecer los dineros de la gente, con eliminar el empleo ya precario, y hasta les sirve de excusa para no aumentar el miserable mínimo.
Pero en medio de tantas desilusiones y desdichas, también el dosmilocho trajo consigo nuevas esperanzas, de las que nos aferramos como si fueran el madero en el océano, o el oasis en medio de la nada. Esperanzas, porque empieza a debelarse la venda que turba al pueblo para conocer quien lo gobierna. Dosmilocho de esperanza, por que la realidad ratificó que la Seguridad no es más que el miedo y que la Democracia sigue libre, medio clandestina, entre trabajadores, indígenas, negros y estudiantes. Un año de esperanzas porque la Justicia , en medio de amenazas, llevó a la cárcel a muchos de los que hacen parte de la alianza de asesinos y mafiosos. De esperanza, porque volvieron a su casa un importante número de secuestrados y retenidos, y porque sus hijos verán la navidad junto a sus padres. De esperanzas, porque la minga de los Pueblos es robusta y ansiosa. Esperanzas, menor en número que las desventuras, pero como toda esperanza, irreductible.
Dosmilnueve, guardarriba, es año para prepararse, para cambiar el rumbo, para derrotar el régimen de ladrones y verdugos. Para enfrentar la crisis con dignidad y valentía, para hacer de la vergüenza nuestro escudo, y del esfuerzo nuestra gallardía. Dosmilnueve, guardarriba, para que vuelvan los panes a la mesa y el calor a todos los hogares. Dosmilnueve guardarriba para que crezcan como flor silvestre los abrazos y los amparos, y para que el odio entre colombianos y colombianas sea superado por la reconciliación y el buen afecto. Para que los niños tengan escuelas y para que las escuelas puedan tener maestros. Para que las universidades vuelvan a ser libres y para que profesores y estudiantes puedan hacer del conocimiento disciplina conciente y no servicio al poder absolutista. Dosmilnueve, guardarriba, para que la prosperidad no se quede en los bancos y logre bajar a las ciudades, las calles y las casas. Para que la muerte venga solo por causas naturales y no para sumar estrellas en los uniformes militares. Para que la buena fe no sea traicionada y para que haya empleo en campos y ciudades. Para que la mentalidad mafiosa que estimula el dinero fácil, no vuelva a envilecer nuestras conciencias y el trabajo digno nos provea los frutos del esfuerzo. Trabajo pan y paz. Tierra, dignidad y Soberanía. Respeto, justicia y democracia: para lograrlo será necesario asumir este dosmilnueve guardarriba.
Foto: surimages international photo agency
Mauro_rodriguez1@yahoo.com
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Dosmilocho anunció la crisis, guardabajo, como dijo el poeta, y tres panes costarán como tres hijos. Dosmilocho de desamparos y esperanzas. Dosmilnueve, guardarriba, de decisión fecunda por el cambio, la dignidad y la justicia
Dosmilocho fue de desamparos, porque la muerte vino en falsos positivos, asesinatos extrajudiciales y más medallas a sus mercaderes. De desamparos, porque el hambre sigue impune y en las mesas triunfa la ausencia y el pan duro. Porque el ladronaje financiero despojó de viviendas a miles de colombianos y colombianas. De desamparos también porque el invierno azotó a ricos y pobres (casi por igual), y porque las ayudas a los miles de damnificados se siguen quedando en los almacenes de las grandes marcas. Cae la economía porque suben los bancos, el DANE dice que no hay desempleo porque la gente ha dejado de buscarlo, no porque lo haya conseguido. En las pirámides quedaron enterradas las expectativas del dinero fácil de miles de ingenuos colombianos, el gobierno se quedó con el resto del lavado: las marcas, los proveedores y parte importante de los beneficios. Los ministros, propietarios de sus propias mentiras, sostienen que la crisis no vendrá, pero es precisamente porque ya está aquí: ataca los ahorros, amenaza con liquidar bancos y desaparecer los dineros de la gente, con eliminar el empleo ya precario, y hasta les sirve de excusa para no aumentar el miserable mínimo.
Pero en medio de tantas desilusiones y desdichas, también el dosmilocho trajo consigo nuevas esperanzas, de las que nos aferramos como si fueran el madero en el océano, o el oasis en medio de la nada. Esperanzas, porque empieza a debelarse la venda que turba al pueblo para conocer quien lo gobierna. Dosmilocho de esperanza, por que la realidad ratificó que la Seguridad no es más que el miedo y que la Democracia sigue libre, medio clandestina, entre trabajadores, indígenas, negros y estudiantes. Un año de esperanzas porque la Justicia , en medio de amenazas, llevó a la cárcel a muchos de los que hacen parte de la alianza de asesinos y mafiosos. De esperanza, porque volvieron a su casa un importante número de secuestrados y retenidos, y porque sus hijos verán la navidad junto a sus padres. De esperanzas, porque la minga de los Pueblos es robusta y ansiosa. Esperanzas, menor en número que las desventuras, pero como toda esperanza, irreductible.
Dosmilnueve, guardarriba, es año para prepararse, para cambiar el rumbo, para derrotar el régimen de ladrones y verdugos. Para enfrentar la crisis con dignidad y valentía, para hacer de la vergüenza nuestro escudo, y del esfuerzo nuestra gallardía. Dosmilnueve, guardarriba, para que vuelvan los panes a la mesa y el calor a todos los hogares. Dosmilnueve guardarriba para que crezcan como flor silvestre los abrazos y los amparos, y para que el odio entre colombianos y colombianas sea superado por la reconciliación y el buen afecto. Para que los niños tengan escuelas y para que las escuelas puedan tener maestros. Para que las universidades vuelvan a ser libres y para que profesores y estudiantes puedan hacer del conocimiento disciplina conciente y no servicio al poder absolutista. Dosmilnueve, guardarriba, para que la prosperidad no se quede en los bancos y logre bajar a las ciudades, las calles y las casas. Para que la muerte venga solo por causas naturales y no para sumar estrellas en los uniformes militares. Para que la buena fe no sea traicionada y para que haya empleo en campos y ciudades. Para que la mentalidad mafiosa que estimula el dinero fácil, no vuelva a envilecer nuestras conciencias y el trabajo digno nos provea los frutos del esfuerzo. Trabajo pan y paz. Tierra, dignidad y Soberanía. Respeto, justicia y democracia: para lograrlo será necesario asumir este dosmilnueve guardarriba.
Foto: surimages international photo agency
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