Petro y el trabajo
Soñemos que es posible cambiar. Hagamos posible esos cambios para que las próximas realidades sean mejores que las nuestras. Demos paso al Cambio de época que exige con urgencia la Colombia del futuro.
Mauricio Rodríguez Amaya
Quiero empezar esta reflexión, recordando una sugestiva tesis de Eric Hobsbawm traída
a la actualidad por Boaventura de Sousa Santos en su libro sobre el final del
milenio. Hobsbawn ha Dicho que lo siglos no empiezan el primero de enero del
primer año de una nueva centuria, sino cuando se imprime una marca en el mundo,
un signo distintivo de la época precedente, una huella de define rumbos
alternos del tiempo vivido, un nuevo devenir.
Y
quizás pueda parecer exagerada esta afirmación, pero el nuevo siglo llega para
Colombia a partir del 19 de junio de 2022. El triunfo electoral de Petro,
representa un cambio de época y eso es innegable. Es el primer gobierno popular
en toda la historia republicana, salvo el breve intersticio de la Revolución de
Melo y el movimiento plebeyo de los artesanos a mediados del Siglo XIX; es el
primer gobierno progresista de Colombia, porque durante las olas progresistas
de América Latina, que alentaron cambios a mediados del siglo XX o a parir de
la crisis sistémica de 1999, Colombia se mantuvo anclado a las derechas, a la
violencia y al atraso. Es el primer gobierno con un programa de izquierda
moderna, que combina la necesidad de hacer eficiente el estado, asegurar reglas
claras para el mercado, empoderar la comunidad y promover los derechos de la
naturaleza. Es el primer gobierno que ofrece moverse entre las reivindicaciones
de la igualdad, y las reivindicaciones de la redistribución, empezando por
asegurar el acceso a los derechos de los más desposeídos, los desarraigados, los
alimentados por el hambre y el miedo durante años y años de promesas
incumplidas y subsidios miserables.
Cuáles son esas señales del cambio epocal en materia de derechos del trabajo?.
Hacia dónde se deben movilizar los esfuerzos y los corazones para materializar
las promesas del trabajo digno, el empleo decente y el emprendimiento con
derechos?. Me permito proponer algunas ideas:
1. El Estatuto del Trabajo como iniciativa ciudadana: La constitución
Política de Colombia permite que los ciudadanos y las ciudadanas impulsen
iniciativas legislativas. Si queremos que el Estatuto del Trabajo se convierta
en una herramienta de largo plazo, debe ser pensado y construido desde abajo, a
través de una gran consulta popular que involucre a todos los sectores,
territorios y grupos poblacionales. El Estatuto debe asegurar tres grandes
principios: 1. Devolverle a 9 millones los derechos a la estabilidad y la
permanencia que durante el neoliberalismo fueron conculcados. 2. Limitar y sancionar
la tercerización, fórmula eficaz para eliminar derechos y destruir el tejido
organizacional de los obreros. 3. Restablecer la jornada laboral de 8 horas
máximo, limitar la jornada máxima semanal a 40 horas, devolverle el valor a
dominicales, festivos y horas extras.
2. Sindicalismo para un Cambio de época: El sindicalismo colombiano ha
sido reducido a su mínima expresión, como producto de las reformas
neoliberales, la violencia contra sindicalistas y por la fragmentación, el ostracismo
y la burocratización de muchas de sus direcciones. Su poca capacidad de respuesta
a los ajustes neoliberales no le permitió responder adecuadamente a la ola
destructiva de los derechos laborales, no supo asumir la defensa de la perspectiva
colectiva de los derechos y le dejó el camino abierto a la individualización.
Es el momento del cambio de mentalidad y de perspectiva, será un sindicalismo
con capacidad de poder, capaz de defender en las calles sus agendas, recuperar
la credibilidad para aumentar la afiliación y, con mentalidad autocrítica, ser
capaz de liderar la agenda de cambios desde las iniciativas populares y sus
aliados en el congreso. El sindicalismo debe aspirar al menos a triplicar sus
afiliados, para alcanzar si quiera las cifras pico de sindicalización que ha tenido
Colombia en otras épocas; ello implicaría pasar de 800 mil a 3 millones de
sindicalistas.
3. Proteger el Trabajo Rural: Uno de los grandes retos propios del
cambio de época, será cerrar definitivamente las heridas de la guerra, de la
expropiación latifundista y la violencia contra el campesinado. Eso solo será
posible cumpliendo el Acuerdo de Paz y devolviéndole al campesinado la tierra,
la capacidad productiva y sus derechos al trabajo, la seguridad social y a la
paz. Aquí la clave será establecer un marco regulatorio para la protección y
promoción de la economía familiar, la productividad comunal y el
cooperativismo. La agroindustria por su parte debe garantizar que sus obreros
sean tratados como tales y no como esclavos del feudalismo moderno.
4. Promover el emprendimiento comunitario:
La Comunidad sucumbió al mercado y fue desprotegida por el Estado. Así que se
hace necesario redistribuir las cargas y las responsabilidades entre Estado,
mercado y comunidad. Una clave para asegurar esa redistribución pasa por
generar procesos productivos comunitarios, devolverle a la gente la posibilidad
de gestionar las obras públicas, los caminos veredales los acueductos
comunitarios, la protección colectiva de la naturaleza, la recuperación de la
productividad local. El emprendedurismo ha sido el discurso para legitimar la
precariedad laboral, pero también hay una dimensión positiva del concepto y es
precisamente aquel en que dicho emprendimiento no está ligado al obrero
explotado en condición de creerse su "propio jefe", sino en el cual
el proyecto le pertenece a la comunidad. Regiones enteras podrían recuperar sus
potencialidades de capital social colectivo, redirigiendo recursos para promover
Alianzas Público-Populares, emprendimientos del barrio, empresas de la cuadra.
5. Pasar de la Economía Corporativa a la economía Cooperativa. El
neoliberalismo endiosó los bancos y satanizó las economías sociales y
cooperativas. Incluso instrumentalizó las formas cooperativas de producir, para
asegurar los recursos del capital corporativo nacional y trasnacional. Pero si
hubo un sector que demostró su capacidad de sobrevivir a la pandemia sin apoyo
del Estado, fue precisamente la economía social y solidaria. Ahí tenemos un
potencial transformador enorme, que no solo genera bienes, sino sobre todo, una
cultura basada en la solidaridad, el colaboracionismo, la cooperación. Este
enfoque ha salvado pueblos enteros de la América Nuestra mil veces devastada
por el capital y reconstruida por los corazones entrelazados en la cooperación comunitaria.
Un
cambio de época no es el producto del cambio de gobierno; es cuando la gente de
a pie, las instituciones y las comunidades, cambian sus paradigmas, sus deseos,
e incluso sus formas de desear. Soñemos que es posible cambiar. Hagamos posible
esos cambios para que las próximas realidades sean mejores que las nuestras.
Demos paso al Cambio de época que exige con urgencia la Colombia del futuro.
Que buen articulo estimado, resultado de tu camino por estas lides, saludos desde las resistencias del sur
ResponderEliminarExcelente artículo compañero Mauro, con claridad la situación actual y las perspectivas a seguir por un trabajo con saltitos dignos.
ResponderEliminarHola Mauro lo voy va leer con detenimiento y haré mis comentarios un abrazo, excelente todo el compromiso y trabajo realizado durante todo este tiempo
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