Petro, el trabajo, el Agua y la Paz
"Si Petro cumple con la agenda del trabajo, la protección del agua y de la paz, Colombia podría pasar del lastre del atraso a la vanguardia del desarrollo; los territorios tendrían derecho a la palabra y la palabra de los pueblos sería decisiva. Las montañas y los ríos tendrían una segunda oportunidad y la democracia podría construirse sin el miedo al francotirador".
Mauricio
Rodríguez Amaya
Conozco
a Petro hace más de dos décadas; cuando él era Representante a la Cámara y yo
era dirigente de la Asociación Nacional de Estudiantes de Secundaria, nos
acompañó en varias escuelas y eventos políticos, lo acompañamos cuando quiso
ser Alcalde de Bogotá por primera vez y su campaña pasó casi desapercibida,
luego volvió al Congreso para enfrentar sin miedo la parapolítica y la
corrupción. Nos volvimos a encontrar en el Polo Democrático en orillas diferentes
y votamos por él es su campaña presidencial de 2010. También fui testigo de su
gobierno en Bogotá, y la forma como logró darle síntesis a la agenda social
iniciada ocho años atrás y que no pudieron detener, a pesar de la persecución fascista
de Vargas Lleras, Ordoñez y Uribe Vélez.
La
Agenda política de Petro ha sido coherente en lo que conozco de su carrera, ha
enfrentado la corrupción desde varias tribunas, supo denunciar incluso esa
misma corrupción cuando El POLO la orquestó en Bogotá; ha sido contundente en
su denuncia de la toma mafiosa del Estado y no ha dejado de construir con la
gente una agenda de derechos, basada en la sobrevivencia del planeta, el
derecho a la dignidad humana y la posibilidad de construir una sociedad más
incluyente y equitativa. Es un hombre billante y académicamente riguroso, no
sobrestima su capacidad y sabe rodearse de personas que piensan colectivamente
las agendas y los discursos. Su Programa Progresistas se basa en lo construido
con los años, con las luchas dadas de toda la vida y con los aprendizajes que
le permiten combinar con audacia en sus discursos teorías y opiniones políticas. es de esos políticos que al escucharlos uno se siente en clase de economía o de Historia, o de ambas.
Sin
duda, la agenda de Petro está lejos de ser Socialista. Por lo menos del
Socialismo estatista clásico que conocimos en la Europa del Este y que
repetimos sin miramientos contextales en algunas latitudes de nuestra América
Latina. La agenda política de Petro combina, no sin las respectivas
contradicciones, la necesidad de crecer en empresas y negocios con la protección
adecuada de los bienes comunes de la naturaleza; habla de productividad y también
de empleo decente; conversa con las nuevas tecnologías pero no desprecia los
saberes ancestrales de nuestros pueblos originarios, habla de energías limpias
pero reconoce el poder imprescindible del petróleo para la economía global
contemporanea; En lo particular, hay tres temas que hacen que la decisión de
votar por Petro sea hoy el producto de la voluntad y de la razón: Primero, Un
gobierno de la Colombia humana puede poner de relieve la necesidad de proteger
el agua, de ordenar el territorio alrededor de la conservación de nuestras
fuentes hídricas; Segundo, en la Colombia humana, se reversaría la reforma laboral del neoliberalismo, que destruyó el trabajo decente y nos condenó a la precariedad, la tercerización
y la violencia contra los sindicalistas; Tercero, Petro es quien puede
garantizar que el Estado cumpla la palabra dada en el Acuerdo para la terminación
del Conflicto armado con las FARC y al tiempo podría proponer caminos para
resolver con el diálogo la confrontación con el ELN, incluso Propone fórmulas
creativas para reducir la capacidad ofensiva de los grupos paramilitares, que
aliados al narcotráfico y la clase política más retardataria, amenazan con
mantenernos en el capítulo casi eterno de la guerra.
Si
Petro cumple con la agenda del trabajo, la protección del agua y de la paz,
Colombia podría pasar del lastre del atraso a la vanguardia del desarrollo; los
territorios tendrían derecho a la palabra y la palabra de los pueblos sería
decisiva. Las montañas y los ríos tendrían una segunda oportunidad y la democracia podría construirse sin el miedo al francotirador. Por
supuesto que habrán perdedores si Petro Gana. Perderán las mafias el control
del Estado, perderán las redes de narcóticos el control de ciertos territorios,
perderá el latifundio improductivo y perderán los que se oponen a salir del
atraso del extractivismo. Perderá la clase corrupta y perderá el fascismo.
Perderán los dueños de la guerra y los financiadores de la muerte.
Este
es un voto de aprecio personal y de compromiso colectivo. Es un voto de
confianza y un voto de trabajo, pues será responsabilidad de todos y de todas hacer
que el gobierno de Petro cumpla con lo dicho. Colombia está a pocas horas de
iniciar un rumbo que aún no conoce, y eso asusta; pero esta vez, sabemos bien
lo que significa el retorno del fascismo y no hay futuro que pueda ser peor que
ese que ya vivimos y todavía nos duele. Es el momento del trabajo, del Agua y
de la Paz.
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