La viga en el ojo propio
Mauricio Rodríguez Amaya
Algunas opiniones al respecto de las respuestas del Polo Democrático a las acusaciones hechas por la Comisión encabezada por Gustavo Petro.
El cristianismo, tradición secular que asumimos como propia hace más de quinientos años, ha impuesto por la vía de la fuerza y de la fe (y de la fuerza de la fe, por supuesto) un catálogo de valores, reglas y principios que incluso están por encima de lo que hemos logrado formalizar en nuestros sistemas de normas positivas. Por ejemplo, su teoría de la justicia, exige que, según Jesucristo, solo pueda juzgar quien esté libre de pecado; lo que aplicado a nuestros días sería necesariamente el culmen de la impunidad, ya suficientemente apoderada de nuestras instituciones e impregnada en todo nuestro derecho distributivo y sancionatorio. En el capítulo siete de su libro, el evangelista Mateo, nos indica que quien no haya sacado antes la viga de su ojo, no puede mirar la paja que se anida en la vista de su hermano. Indica más adelante que Jesús impuso como ley que solo el que estuviera libre de Pecado podría lanzar la primera piedra. Eso estaría bien, tratándose de ángeles, pero el mismo cristianismo y sobre todo la tradición judía se ha encargado de persuadirnos que la gran distancia entre Dios y nosotros es precisamente, además de nuestra inefable condición perecedera, la ineludible capacidad de cometer pecados. Por lo tanto, desde este punto de vista, el único ser capaz de impartir justicia, juicios de valor y demás cargas valorativas, sería Dios y su séquito de ángeles, únicas ánimas impolutas sobre la faz del mundo.
Todos somos o hemos sido cristianos, por palabra, obra u omisión, pero difícilmente podríamos recurrir a semejante teoría para poder medio organizarnos en este azaroso mundo de pecado y ruina. Aplicado a casos concretos, no me imagino al opus-procurador renunciando a sus profundas creencias en su maestro Escribá, para poder limpiar su ojo y atacar con toda su ojeriza a la pobre Piedad. Cuánto habría que esperar para que Moralesrussi se quitase de encima más de una viguita que le ha entrado en su ojito picarón para que empiece en serio a investigar a los funcionarios del gobierno local que presuntamente están contaminados por el yerro mortal de la corrupción.
Pero vamos al grano, el tema que inspira esta nota es la respuesta casi unísona que ha dado el Polo Democrático a los resultado de la comisión contra la corrupción encabezada por Gustavo Petro, Luis Carlos Avellaneda y Carlos Vicente de Roux (de todos, el más cercano a la canonización, si se tiene en cuenta su profunda herencia jesuita). Hace unos días, el excandidato presidencial del Polo, pecador de cabo a rabo, se atrevió a hurgar con sus ojos saltones, los contratos del Distrito capital, sus agentes y sus formas. El otrora valiente senador (en palabras de sus antiguos camaradas), puso sobre la mesa lo que él llamó indicios sobre las presuntas prácticas corruptas del Alcalde Moreno y de su hermano. Las mafias existentes sobre los contratistas y los contratistas que abarcan las obras de la capital del país. La respuesta del Polo Democrático no se hizo esperar; su primera respuesta fue anunciar que existe un plan de la ultraderecha, (seguramente con el apoyo del pentágono y la CIA) para destruirlo. Afirmación que resulta cierta de acuerdo con los mismos documentos del DAS, que la prensa ha mostrado como parte de los planes estratégicos del uribismo. No paró ahí, la Presidenta del Polo dejó casi por sentado que Petro trabaja para el DAS, o por lo menos comparte los mismos objetivos, en su entrevista del domingo pasado en El Espectador. Luego vino la declaración unánime del Comité Ejecutivo (al que por su-puesto no asistieron todos) que Petro y la ultraderecha son la misma cosa. Iván Moreno, Senador y hermano del Alcalde acuso a Gustavo Petro de pedirle gabelas y puestos de trabajo (extraña manera de defenderse de la acusación de clientelista, por cierto) y el Alcalde anunció demandas contra todos los que han hablado mal de su familia y de su propia persona, empezando por Gustavo Petro.
En mi opinión todas las respuestas del Polo son justas y seguramente ciertas: que el interés de la derecha y de la ultraderecha (e incluso de Petro) es acabar el polo, podemos darla por aceptada. Que Petro se parece a la derecha y que en muchos casos comparte los mismos objetivos, démoslo por hecho. Que le pidió contratos y clientelas a Iván Moreno, podemos admitirlo, pues es de sentido común que la gente busque trabajo donde dan. Todas estas legítimas respuestas intentan sustentarse en la tesis de la falta de legitimidad en la causa de Gustavo Petro, porque en todos los casos es más pecador que a los que acusa. Traidor, infiltrado, ultraderechista, santista, clientelista. Supongamos que Gustavo Petro es todo esto y mucho más.
Pero tristemente los ataques, improperios o descripciones para reducir el tamaño del acusador no son suficientes para responder el problema de fondo. Es decir, si hay o no hay corrupción en Bogotá; si se han favorecido familias con prebendas, gabelas, coimas, cuotas y demás formas de pagar contratos y favores. Ese tema no lo asume nadie. Todo se le deja en manos a las legítimas autoridades, las mismas a las que acusaba el polo por su corrupción e impunidad en tiempos no tan pretéritos. No me cabe en la cabeza que si la gente pregunta si existe corrupción en el distrito, sea suficiente respuesta decirle que el acusador es un traidor o un lapa.
Y más aún, suponiendo que toda la contratación ha sido límpida y traslúcida, ha de ser muy grande la viga del ojo propio para no alcanzar a mirar la inconformidad de la ciudadanía bogotana por la manera cómo está la ciudad. La falta de planeación en las obras, todas al tiempo y sin prioridad, los atrasos y las repetidas prórrogas a los contratistas, los contratos caídos o cedidos, las enormes cantidades de dinero perdidas y el hueco fiscal del distrito después de años enteros de finanzas más o menos sanas, son inocultables. Sin hablar del metro (ya escuché a Clara López decir que Moreno nunca habló de eso). O qué decir del estado actual de los comedores comunitarios, o del incremento de la delincuencia común, entre otros muchos temas que tienen en el vórtice del huracán a la actual administración del Distrito. Cerrar los ojos a las equivocaciones, a los pasos en falso a nombre de una supuesta treta supraoligárquica para acabar con el Polo Democrático, aún si ésta existe, no es factor de justificación para una administración cada vez más desprestigiada entre los transeúntes y más alejada de su proyecto de origen.
El debate abierto por Petro y su comisión, antes que poner a todo el mundo a rasgarse las vestiduras y a buscar pecadores más impíos que los acusados, debería ser una buena oportunidad para que el POLO reconociera que esta administración en más de una oportunidad ha actuado en contravía de las mismas definiciones del partido y por supuesto de las mayorías bogotanas. El Plan Centro sigue su marcha y la revisión del POT solo sirvió para acelerar su paso. El alcalde insiste en regalar la ETB a una empresa extranjera y estimular el retiro forzado de los trabajadores. La ciudad se mueve a medias y la movilidad ya casi no se mueve; cada bogotano gasta más de dos horas diarias en trancones y la calidad de vida ha bajado en los últimos tres años. Algo debería decir el Polo al respecto; al fin de cuentas es tan pecador el que malgasta las monedas que quien las entierra para no gastarlas, recurriendo a otra hermosa parábola de nuestra poderosa tradición cristiana.
Lo cierto es que mientras el Polo guarda silencio ante lo fundamental y el alcalde evade el debate en sus monólogos frente a la prensa, no dejan de llover piedras lanzadas por corruptos de talla gigante, por relapsos de concesiones magnánimas, por paganos que ha hecho de la patria un verdadero infierno y por oportunistas de todo pelambre que se mueren por ver el proyecto político de la alternativa convertido en carroña; pecadores todos ellos que a pesar de sus profundas convicciones cristianas, no van a dejar de tirar escarnios sobre lo que se está haciendo a nombre del polo (y casi sin el Polo). Por ahora el debate está abierto, y en cualquier caso su solución no podrá dejarse en manos de ningún tipo de tribunal divino.
ADENDA 1: Petro ha dicho que sus acciones responden al compromiso que tiene con más de un millón y medio de votantes. Quiero decirle que desde hoy debe preocuparse de un votante menos; no se preocupe más por mí Doctor Petro, que yo mejor me defiendo solo.
ADENDA2: Comparto totalmente la posición del Representante Iván Cepeda, esa sí cesuda, ecuánime y exacta.
ADENDA 3: Vale la pena recordar la experiencia del Doctor Serpa; peridó las elecciones presidenciales porque se quedó cargando solo el peso del elefante de su jefe Ernesto Samper. ¿Debe cargar el Polo el elefante de Moreno?.
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