No más secuestros, gritará la patria Mauricio Rodríguez Amaya Noviembre 25 de 2008 ¿Quien pide por los secuestrados del hambre y la miseria, por los presos del feroz sistema financiero y los estafadores, por los encadenados al odio del pasado y por los condenados a un mundo sin futuro?, ¿Quien marchará por ellos? ¿Quién lo hará? ¿Quién se compadece de los miles de rehenes judiciales del régimen de cacería de brujas, impuesto a nombre de la Seguridad, en su lóbrega pendencia contra la democracia?. Miles son culpables del derecho de pensar diferente, miles son condenados a la exclusión, el señalamiento o el exterminio, por enfrentar con sus gargantas, uñas y dientes la dictadura que secuestró a la "democracia más vieja de América". En colegios y universidades cunde el temor a la conjetura, a la sospecha abierta y subrepticia; todo aquel que se opone, es decir, que piensa por sí mismo, es terrorista o tiene algo de terrorista o será culpable de su inminente inclinación subversiva aunque aún no se haya decidido por ella. ¿Quién marchará por la universidad, privada de la libertad de cátedra y debate?, ¿Quién repudiará a viva voz el secuestro de la palabra, el apresamiento de la academia, puesta al servicio del Estado Comunitario, de la impunidad y del olvido?, ¿Quién pedirá que se libere el arte, la ciencia, la literatura, la pedagogía y las escuelas? En los barrios, merodea la muerte, los jóvenes son presos del sicariato y de la parca, de las "legalizaciones" militares, del hambre en casa y el desempleo afuera. Salir cuesta la vida. En Bogotá, el alcalde prohíbe a los jóvenes vivir la noche, y de paso justifican los asesinatos, pues en este país, se dice, que al que matan es porque algo hiso, por algo lo mataron, por algo seguirán matando. Pero no solo la noche está secuestrada por los asesinos de verde o las águilas de negro, también el día es preso de las balas, los falsos positivos y los resultados propicios para las cuentas de los asesinos. Se desaparece o se asesina en plena mañana, al medio día o antes del ocaso. ¿Quién marchará por las madres presas del terror por la pérdida de sus hijos asesinados en nombre de la Patria, y cuyas muertes representan medallas, ascensos y mejores primas?, ¿Quien marchará por la noche raptada y el día encadenado? Los trabajadores son presos de la miseria y de un salario de hambre, que en Colombia no alcanza a cubrir la mitad de lo que se define como necesario. Los obreros ven pasar su sueldo de la nómina al banco, y deben pagarle al último por el favor prestado. Su sueldo está secuestrado por el capital financiero, los prestamistas que ahorcan gota a gota o los jueces que secuestran casas de familias inermes, para salvaguardar la legalidad y el debido derecho de los ricos. ¿Quién marchará por las familias presas por el frío, porque un banco les quitó la casa?, ¿quién pedirá por sus hijos? ¿Quién alzará la voz contra los secuestradores del poquito dinero que se gana? En Colombia, país de secuestrados, unos piden para que sean liberados los rehenes de la guerra, presos en el monte o en las cárceles. Y esa será siempre una consigna necesaria. Tan necesaria como pedir contra el secuestro del pan y de la calma, contra la captura de la noche, el encadenamiento de la verdad, la ciencia y la justicia. Ahora es necesario pedir para que los secuestradores de la democracia dejen de torturarla con mocanas y gases lacrimógenos. Debemos pedir porque en Colombia vuelva a la libertad la vida y el amparo, el techo abrigador y la alegría. Marchar vale, si es para que se libere la academia de la mordaza puesta por el lerdo dictador, que desafía a la ciencia con imponer su bazofia delirante y mentirosa. Marchar sí, para que la universidad vuelva a ser el campo de combate de las ideas y las reflexiones, de la disertación y de la crítica, de la formación de la conciencia, la autonomía y el conocimiento. ¿Qué tal pedir para que los bancos devuelvan las viviendas secuestradas, para que los ingresos de la gente pobre no tengan que pasar por los bolsillos de banqueros y especuladores?. No más secuestros pedirá la patria, para que los secuestradores de la vida, los asesinos de jóvenes y escuelas, paguen por el crimen cometido. No más secuestrados en Colombia, pedirá el mundo entero y cada calle, para que la patria se libere de los mafiosos que hoy la gobiernan y la empañan. Libertad de vivir, de pensar, de ser felices: esa es la mayor consigna de todos quienes somos secuestrados del poder de asesinos y de crápulas. ______________________________ |
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